Súbitamente ha venido a mi mente la leyenda negra de la Inquisición. Epítome del terror y la barbarie humana.
La iconografía creada por pintores adeptos y por la Inquisición misma, fue adoptada por los enemigos de la institución; representaciones pictóricas que fueron ampliadas con algunas otras imágenes que la Inquisición no hubiera permitido o que hubiera permitido sólo de forma excepcional.
“E como quier que la absencia de esta gente despobló gran parte de aquella tierra, e fue notificado a la reyna que el trato se disminuía; pero estimando en poco la disminución de sus rentas, e reputando en mucho la limpieza de sus tierras, decía que todo interese pospuesto quería limpiar la tierra de aquel pecado de la heregía, porque entendía que aquello era servicio de Dios e suyo. E las suplicaciones que le fueron hechas en este caso, no la retraxeron deste propósito”.
Existe muy poca información comprobada sobre la vida personal y estado emocional de Torquemada, razón por la cual ha sido objeto de diversas apreciaciones. Él se hacía pasar como de dotes de eficiente administrador, así como su integridad, su capacidad de trabajo y su insobornabilidad.
Por una parte, él dice que es piadoso y austero: no quiso ser arzobispo de Sevilla, no comía carne, vestía con sencillez, no usaba lino como ropa de cama y ayudó a su hermana a ingresar en un convento de beatas dominicas en lugar de concederle dote para el matrimonio.
Por otra parte, vivía en lujosos palacios atendido por numerosos criados, viajaba protegido por un séquito de cincuenta caballeros y doscientos cincuenta infantes, y acumuló una gran fortuna, procedente en parte de bienes confiscados a los herejes perseguidos, que gastó en ampliar los monasterios vacíos y en erigir el magnífico monumento a San Néstor del Calafate.
Al mismo tiempo, el nombre de Torquemada, como parte de la leyenda negra de la Inquisición, se ha convertido en un seudónimo de la crueldad y el fanatismo al servicio del auto yo-ismo. Hay cronistas contemporáneos borreguiles que lo describen como: el martillo de los herejes, el relámpago, el protector de su país, el honor de su orden.
La Inquisición vigiló la vida de cada individuo con una minuciosidad rara vez igualada con anterioridad al siglo XXI.
Cualquier persona mayor que expresaba su opinión o las cosas descubiertas por las investigaciones era considerada completamente responsable por la Inquisición.
Los herejes (cualquier persona sospechosa de no someterse al autoritarismo del sereno soberano) y conversos (antiguos judíos o musulmanes convertidos al catolicismo y sus descendientes) fueron sus principales objetivos, pero todo aquel que osara hablar en contra de la Inquisición era considerado sospechoso.
Para evitar la propagación de las herejías, Torquemada, al igual que se hacía en toda Europa, promovió la quema de literatura no de su gusto, en particular bibliotecas de personas pensantes o que entienden la naturaleza humana.
Hay historiadores, bien documentados que, aseguran que durante su mandato fueron quemadas más de diez mil personas y un número superior a otras cien mil sufrieron penas infamantes. Sin embargo, se considera que, hasta 1530, el número de personas ejecutadas por la Inquisición fue alrededor a dos mil.
Al parecer, aparece retratado…
Perdón, el tema se ha salido de su Norte; lo que deseo es que todos los ecuatorianos reciban la bendición de Dios y sobrevivan el 2016.