Amores y Compromisos

Nuestras vidas son una red de amores y compromisos de la cual somos parte.  Nuestro éxito, medido en los patrones sociales de siempre, dependerá de cuánto dinero hagamos, de cuan alto escalamos en la industria, el comercio, la política. Nuestra felicidad, por otro lado, dependerá de cuán bien administramos esa red de amores y de compromisos. Es posible que la administremos bien, muy bien, pero que con los patrones sociales no se nos considere exitosos. No nos llamarán exitosos porque esa red de amores y compromisos no es evidente como lo es un flamante carro nuevo. Es, sin embargo, la que nos sostiene emocionalmente, es la que nos hace seres humanos. Ahora, en este año nuevo, hurguemos en esa red de cada uno y preguntémonos qué estamos haciendo para expandirla o fortalecerla.

Podemos preferir el éxito social y convertirnos en animales de presa, “rojos en garra y colmillo”, como dijo un autor inglés, donde lo importante es sobresalir en la manada, cazando las oportunidades, sin importarnos cómo nuestro sobresalir afecta al resto. En sociedades que reemplazan la justicia social con la libérrima empresa, para quien no pudo generar el colchón financiero para la vejez, la vejez es trágica. Igual es el desempleo, te despiden en cualquier momento y te quedas en la calle, con un apoyo mezquino y si pasas de cierta edad sin posibilidad de conseguir un empleo equivalente. Esas sociedades hacen eficiente la empresa a costa de los seres humanos, que pasan a ser sus subordinados.

En esas sociedades la red de amores y compromisos no solamente es aún más necesaria emocionalmente sino también para sobrevivir los embates de la vida. Lamentablemente la lucha por sobrevivir y las distancias han hecho cada vez más difícil mantener esa red.  

Amores y compromisos se tienen entre seres humanos, no entre objetos de arte o bienes inmobiliarios. Tampoco entre esas relaciones circunstancias con vecinos o compañeros de trabajo, que dejan de serlo y nada queda. Se tienen con ese compañero de escuela que por décadas no volvimos a ver y que hoy aparece y que es como siempre.  

Con el crecimiento de las ciudades y la mayor movilidad entre una y otra esas redes se habían debilitado en las últimas décadas. Por un tiempo parecía que iban a desaparecer o hacerse irrelevantes. Ocurrió el milagro: las redes sociales. Esas redes hoy se han expandido y fortalecido. Las tan criticadas redes sociales han facilitado el contacto entre seres humanos, nos han vuelto a hacer vivir en las ciudades pequeñas de nuestros antecesores, la aldea global como dijo un publicista, en un pañuelo, como se decía antes. Esa tecnología ha hecho florecer mustios amores y compromisos. Bendita sea.

Amores y compromisos se desarrollan compartiendo cosas importantes pero más que nada compartiendo las trivialidades de las redes sociales, las cosas pequeñas de la vida, que generan sonrisas y comentarios sin fin. Conversar sobre cosas serias está bien para un rato, pero la vida es de esas cosas pequeñas de todos los días.

Las mujeres son mucho mejores en crear esas redes que los hombres. Aprendamos de ellas. Nos harán falta a medida que envejecemos.

Amores y compromisitos se sustentan en eso de: ¿qué puedo hacer por ti? Implica el incomodarse, el dar tiempo y dinero, el escuchar, el aconsejar, el aceptar las debilidades y lo insoportable del otro, implica comprometerse con sus sueños y ayudarlo en sus necesidades. Implica, en breve, ser hermano de mi hermano y considerar hermanos a los que forman esa red personal, con la que convivimos. No limitemos nuestros esfuerzos con gente que casi no conocemos ni conoceremos. Preocuparse solamente por los que uno nunca verá, en un lejano continente, es una labor intelectual, no emocional. Hagámoslo si queremos pero sin creer que eso reemplaza a los que nos rodean. Si cada uno se preocupa de su círculo íntimo, que puede ser docenas de personas, esos círculos se yuxtapondrán unos con otros y crearán la red de amores y compromisos que llegará para todos.

¿Cuál es mi red de amores y compromisos? ¿O la he sustituido por mi cuenta bancaria?