Carta abierta al Rector de la Universidad de Córdoba, Argentina

Guayaquil, diciembre  23 de 2015

Señor
Dr. Francisco Tamarit
Rector de la Universidad Nacional de Córdoba
Argentina.

De mis consideraciones:

Cuando supe en conversación de amigos  que  el actual mandatario de Ecuador, mi país de nacimiento,  había  recibido el  “Doctorado Honoris Causa” de manos de usted, como Rector de la Universidad de Córdoba, me sorprendió sobremanera. Luego, al leer la información periodística  en que se explicaba dicha entrega como “reconocimiento a su trayectoria profesional, a sus aportes desde la función pública al crecimiento y desarrollo de su país, y a su contribución al fortalecimiento democrático de América Latina”, de la sorpresa pasé a la indignación. ¿Por qué? En mis 50 años  como académico universitario, investigador, periodista  profesional, escritor y funcionario administrativo en la educación superior he vivido, engaños y desengaños, realidades vívidas y desconcertantes ficciones. Como algo de la filosofía popular, expresada por un campesino anciano, hace mucho, mucho tiempo… “Claro que he visto cosas y cosas… He visto al plomo flotar y al palo de balsa irse a pique”. ¿Inaudito? Es posible.

Pero, por mi parte, jamás pensé que lo antes planteado sucediera en la Universidad Nacional de Córdoba. Aunque debe quedar  muy  explícito  que las autoridades  de esta entidad universitaria, están en su pleno derecho  de tomar las decisiones académicas que crean conveniente. Sin embargo, como ciudadano del mundo, de principios demócratas y progresistas, que comprende las relaciones sociales en un ámbito de  libertades y justicia, estas son mis preocupaciones: a) no  hay nada  que se conozca, públicamente, aquí en Ecuador, sobre una  “trayectoria profesional”  del ciudadano en mención,  en tanto   mérito más allá de, como  cientos de universitarios, haberse graduado de economista; b) en cuanto al “crecimiento y desarrollo” de este país, no pasa de ser  un simulacro de manipulación de cifras con  información audiovisual  bien editada,  para  el exterior  por un lado y por otro, para la galería domesticada; c)  respecto al “fortalecimiento democrático de América Latina” es incomprensible, ideológicamente,  que así se califique al borreguismo populista fascistoide, tal cual sucede en Ecuador, con un régimen dictatorial, que controla desde el ejecutivo las funciones legislativa y judicial, ordena a su antojo  en el Consejo Nacional Electoral y  en  la Corte  Constitucional.

Complementariamente, ¿Cómo puede ser para usted, “un alto honor  el poder entregar esta  distinción”,  sin conocer, a ciencia cierta ni la realidad ecuatoriana pasada ni presente, ni estar seguro por algún documento objetivo en sus manos, de nuestros sucesos del diario vivir, más allá del  marketing oficialista? ¿Sabía usted, como una simple muestra, que las universidades públicas están intervenidas, abolido el ingreso libre y  bloqueada  la libertad de cátedra, destruyendo  su autonomía institucional; que están criminalizadas las manifestaciones de oposición  gubernamental y sus protestantes son maltratados, perseguidos y encarcelados; que la libertad de expresión está controlada por una Superintendencia de comunicación que enjuicia a su arbitrio, según entienda los textos publicados; que no hay respeto para el control ambiental ni para la supervivencia de las comunidades indígenas, al entregar  las tierras  del patrimonio nacional a las extractivistas  multinacionales  que destruyen,  junto con los bosques milenarios los ríos, lagunas y canales, fuentes de vida de los pueblos originarios?  Todo esto es anticonstitucional. Pero desde el gobierno la Constitución que, apenas tiene 8 años de sancionada, sigue siendo violada según los intereses políticos autocráticos de turno, tal cual ha sucedido hace menos de un mes con reformas ilegales a la misma.  Sería interesante que revisara, aunque para ver si da reversa  en conciencia de lo efectuado, la Constitución ecuatoriana actual, sobre todo en sus artículos referentes a  los derechos y garantías constitucionales, en comparación con las situaciones  sociales, políticas y económicas del país.

¿Por qué  pensar en que algo semejante a lo ocurrido no podía suceder en la Universidad Nacional de Córdoba? Muy simple. La Universidad Nacional de Córdoba  fue la  fuente de apertura  de los derechos y las libertades, para que el conocimiento del saber científico logre la amplitud y profundidad suficientes en beneficio del desarrollo, en bienestar y en justicia, de Latinoamérica. Pero también  estar atentos, alumnos, profesores y trabajadores en entregar, más allá de los predios universitarios, su cuota de emprendimiento social, en beneficio de las responsabilidades cívicas y por la defensa de la democracia.  Esta lucha nació en 1918, allá en Córdoba, pero, por la trayectoria de su destino, nos pertenece a todos los latinoamericanos…

Tal vez esté equivocado y si lo estoy deme, por favor,  señales de mi equivocación. Caso contrario  mis reflexiones  siguen en pie, volviendo al punto en que es, desde todas las alternativas, algo incoherente, ideológicamente e inconsecuente, históricamente, la entrega de la más alta  distinción, sinónimo de lucha por  el conocimiento en libertad, a un gobierno autócrata  y antidemocrático, con el único  logro alcanzado, en medio de un derroche de más de 2.500 millones de dólares,  de haber cambiado  de empeño al país. Del imperio norteamericano al imperio chino…  O, tal cual lo señalé  antes, en un comentario periodístico, “De  la Banana República  a la República del Chaulafán”. Espero no causarle molestias con la lectura de esta carta. Pero, de creerlo necesario, queda invitado a conocer este bello país andino y tropical. Entonces, quizás, por propia observación, pueda conocer  nuestra realidad socio cultural, sin los guías y monitores políticos, que allanan las preguntas  sobre la verdad con las mentiras por demás cínicas y disparatadas.

Del señor Rector,  Con atentos saludos,  
Marco Arteaga Calderón, M. Edc.