21 noviembre, 2024

Gracias Bobby por tu compañía…

Para Pablo y María,  en recuerdo  del  instante  único y maravilloso que, juntos,  tuvimos la agradable  suerte de convivir contigo Bobby… Mac

Llegaste…    De repente… Simplemente apareciste… Era un día azaroso… No solo fastidiaba demasiado el calor.  También  el carro  que, con sus 15 años de servicio,  pedía ya tranquilidad y que  dejen de atormentarlo, exigiéndole que rinda más.  Tal vez, por eso, se paró en seco en esa esquina del barrio… De nuevo localizar al mecánico  para  que lo arrastre a su taller.  Pero pasaba el tiempo  y no aparecía.  Y había tantas cosas qué hacer!  La paciencia, que  es una de  mis cualidades, sentía que  se esfumaba… Minuto a minuto.  Y mientras me paseaba  de un lado a otro en la vereda, sentí  como que algo me enroscaba  una pierna… Pequeñas uñas me arañaban… Pero no para hacerme daño… Más bien pidiéndome auxilio. Minutos después tenía entre mis manos  un pequeño  perrito.  

No lo sentía por su peso,  sino por su inquietud. Me miraba como queriendo hipnotizarme…Qué ojos tan vivos!, Tan brillantes… Su pelo corto, demasiado suave con colores  que veteaban su cuerpecillo  desde un café claro, casi dorado hasta uno oscuro, casi negro, entrelazados  por amplias franjas blancas.  Nadie supo decirme de quién era. Pero en mi preguntar  una señorita  aclaró mi inquietud. “Si no lo quiere, yo me lo llevo, démelo”.  Pero, María, mi esposa,  fue terminante, aunque igualmente cansada por la espera, “No!, se queda conmigo”. Luego,  aunque al devolverlo a sus dueños, lo “perdimos” por un año lo recibimos,  igual que en comienzos, de repente  pero como obsequio de sus propietarios.  Creían que con nosotros estaría muy bien… Al menos fue la opinión de la niña de quien era su engreído…

Desde entonces  han transcurrido 9  inolvidables años. 9 años de felicidad mutua. Llenos de alegrías  en cada momento del diario vivir.  Y, por supuesto,   con algunos enojos de por medio  al educarlo, por su carácter  muy individual y rebelde, que aceptaba  que le  adviertan pero no que le alcen la voz,  que  gustaba la comida  pero de acuerdo a sus preferencias, y  que, sin embargo, al terminar el día, pedía no dormir solo  sino  cerca, muy cerca de  alguien de la familia. Pablo, María o yo. Era cuestión de turno…  Cualquier espacio  próximo al calor humano  le  venía  de excelencia para su descanso.  Sin embargo, hay que aclarar  que todos los disgustos  terminaban siempre  en disculpas y de buenas migas.  Con los huesos  que recibía, mientras los comía, gruñía si  sentía pisadas  en su entorno. No le gustaba que le vieran comer.  ¿Era el instinto de su especie que  defendía  sobrevivir, al  creer, tal vez, que le quitarían su alimento? Pero, igual  nos divertíamos  viajando en el auto, caminando en el parque,  corriendo en la playa…  Y entiendo que Bobby,  en su vanidad, gozaba con la frescura de oír  cuando paseaba a la vista de los transeúntes,  las voces que decían “qué  bello, qué hermosa su piel”. Pero también cuando  lo tocaban los niños  y lo llamaban…Bobby!, Bobby!  Ven a jugar…  Y movía, entonces, la colita, como aceptando en la llamada, el juego de una nueva amistad…     

Los momentos de angustia, aunque indeseables, también llegaron.  Un irresponsable lo tocó con su carro al virar una esquina a mucha velocidad, y nos  tuvo en carreras, con vendajes, calmantes y radiografías  hasta arreglar la fisura del hueso mayor de su pierna derecha.  Pronto, sin embargo, Bobby, dueño de una fortaleza impresionante, pese a  su menuda talla, ya estaba  caminando firme, sin ninguna seña del accidente… “Bobby! Bobby! Ven a jugar…”. La voz de los  niños era frescura musical en sus oídos… Y, al abrazo de mis nietos, que casi lo apretujaban,  respondía  lamiéndoles el rostro…  Risas  muy espontáneas  llenaban, entonces, el espacio en donde se divertían…

Pero… ,hoy, Bobby ya no está…   El compañero que estaba a mi lado para desayunar juntos,  que me advertía para comenzar o terminar  cada día  la jornada  de trabajo  y hasta me engañaba, haciéndome creer que estaba dormido,  dejó de estar conmigo… Una enfermedad, sin diagnóstico serio,  terminó con sus días… Al comenzar el año,  desde el 7 de enero nos falta aquí… Cada espacio de la casa que lo hacía suyo en su andar, al dormir, al ladrar, al pedir su comida, al exigir su paseo diario parado puntualmente en la puerta  está vaciado de contenido… Nuestra casa ha aumentado de  tamaño  en cada sitio…  Desde  un rinconcito, con tus cenizas en una canastilla,  nos recuerdas  los maravillosos  años  de tu vivir  con nosotros, henchidos de amor y aprendizajes.  Pero, para mí,  tu mirada  tan llena de vida sigue iluminando nuestro hogar… GRACIAS BOBBY POR TU COMPAÑÍA!

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3 comentarios

  1. Lamento mucho su perdida; es el precio del amor, que los valientes y generosos de corazon aceptan de antemano, al recibir a un angelito de cuatro patas; aun a sabiendas del dolor de una partida siempre prematura, que ineludiblemente se aproxima.

    Solo el tiempo pondra una sonrisa en su recuerdo.

  2. Maravilloso homenaje a la amistad. Tu sentimiento es compartido por quienes hemos tenido la dicha de disfrutar de la compañía de un amigo de cuatro patas. El mío se llamaba Negro, fue mi compañero por 15 años. Murió en 1980 y su recuerdo aún está fresco en mi memoria. Un abrazo Marco.

  3. Querido Marco,en este camino de vida todo es un aprendizaje, comprendo su pena la he vivido, y nunca olvidare que reflexionaba en soledad una noche en la playa y en silencio casi total la lealtad de estos animales que nos dicen que son irracionales, pero tienen mucho mayor raciocinio y lealtad que los que se dicen son seres humanos, increible,estos seres que nos acompañan nos hacen vibrar y equilibrarnos en forma correcta, nos hacen vibrar al ritmo del corazon. Mire al firmamento en una noche despejada y este seguro ese ser que extraña esta de regreso a su origen el polvo de estrellas y lo esperara para recibirlo ese dia que no sabemos cual es, pero es el encuentro final en este nivel vibratorio, crealo, lo esta cuidando desde esa gran boveda celestial que es el Universo.

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