En la edición de los premios Oscar 2016, de la Academia de Arte y Ciencias Cinematográficas de los EE.UU. el mexicano Alejandro González Iñarritu, fue galardonado por segunda vez consecutiva con el premio Oscar a Mejor Director, después de haberlo ganado el año pasado con Birdman. Es un honor a México y de por sí a la cultura latina en los EE.UU. Un justo reconocimiento al talento e inventiva de alguien como Iñarritu, quien es un fiel representante del éxito en el que caminan miles de inmigrantes en los EE.UU. logrado en esfuerzo, sacrificio y mucha entrega y compromiso.
Me encanta el premio a González Iñarritu. Soy un seguidor de sus trabajos en el cine. Sus películas están llenas de esa fantasía latina, de ese color con que vemos la existencia en esta tierra de esperanzas que habitamos. Es un gran entusiasmo para tantos y tantos jóvenes talentosos, creativos que ven en este Alejando su fuente de inspiración, de seguridad de triunfo con nuestra forma de ser y sentir que tenemos los latinos: nuestro sentimiento, nuestro realismo mágico, nuestra cultura llena de sabor y canto que llena el mundo con nuestros gritos y decepciones también.
El premio es una regalo para México: sufrido país, víctima de la violencia del narcotráfico y de la indecencia e incapacidad del establishment político mexicano para frenar este avance del mal en la sociedad. En México el estado de derecho está colapsado, es insuficiente para contener la violencia, el desplome de la sociedad ante el ataque de los carteles de la droga contra el bienestar y el derecho a la buena vida de los ciudadanos.
Quiero entender e insisto en entenderlo así que el premio a este gran mexicano es un rechazo a Trump, el odiador candidato norteamericano que amenaza con expulsar a millones de mexicanos acusándolos de todos los males que afectan a la sociedad norteamericano. El arte y los artistas contra Trump. Las expresiones artísticas constituyen muestras de tolerancia, de paz, promueven los valores de fraternidad e igualdad entre todos los ciudadanos del mundo. Mientras que Trump en sus discursos trata “al otro” en forma despectiva y cruel y lanza amenazas casi irrealizables pero que causan preocupación y temor.
Siento que el Oscar a Iñarritu fue un acto liberador por parte de los artistas norteamericanos ante el discurso de rencor de Trump. Puede ser; o también es una advertencia de lo que pueda llegar a ocurrir ante el valor de la diversidad que EE.UU. mantiene en su esencia, en el caso de que pueda ganar el atraso y el irrespeto al otro que encarna el aspirante republicano.
Gracias “chivo” querido, por acá saludamos tu triunfo y nos enorgullece de nuestra sangre latina.