En estos últimos días leía con admiración que el Gobierno del Ecuador junto con otros gobiernos de la región buscaban abiertamente y sin tapujos mantener reuniones tendientes a modular la producción petrolera, con el propósito de reducir la sobreoferta mundial de crudo existente y en consecuencia mejorar su precio.
No quiero analizar si es viable o no la implementación de una medida como esta, ni de las consecuencias económicas y financieras que conlleva, pero sí supongo lo que pasaría si a la Superintendencia de Control de Poder del Mercado del Ecuador le cayera en su despacho un caso como este.
Los antecedentes generales dirían que un grupo de productores ha decidido reunirse para restringir su producción con el propósito de limitar la oferta del producto en el mercado y lograr un incremento de precios en él.
Ante semejante antecedente, que eriza los pelos solo de pensarlo, entrarían implacables a acabar con el monopolio de este osado gremio de productores en beneficio y protección de los consumidores.
¿Será esta la solución al actual bajo precio del petróleo? ¿Con esta ansiada contracción de la oferta de crudo se regularizará su precio? ¿O será quizás que el mundo entero está en franca recesión económica y bajo ningún escenario podría soportar un incremento sustancial en el precio del crudo porque simplemente colapsaría?
De ninguna manera comparto el arreglo de precios forzado con prácticas anticomerciales como las de provocar escasez o acaparamiento de un producto. Los carteles, sean del tipo que fueran, deberían eliminarse; no hay razón para que por el poder de unos se busque el detrimento de otros.
Pero, ¿qué otra cosa puede nacer de la desesperación provocada por la inmensa crisis económica que vivimos? Se debió ahorrar en la época de bonanza para con esas reservas sortear una situación como la actual.
Con certeza seguiremos escuchando, y cada vez con mayor frecuencia, decisiones y acciones precipitadas que no tendrán otro objetivo que el de sobrevivir y pasar el terrible mal rato económico, hasta entregar la posta a otro que se haga cargo.