21 noviembre, 2024

La momificación budista y el correismo

Durante casi 900 años monjes budistas en el norte de Japón dedicaron su vida a la oración a Buda, una vida de rezos y cánticos que en algunas ocasiones y sólo cuando el monje estaba cerca de su grandeza inmortal le llevaba a un escalofriante ritual que lo momificaba en vida en un estremecedor suicidio ritual. El término Sokushinbutsu literalmente significa convertirse en buda estando vivo, este término captura la naturaleza única del ritual. Que era reservado a unos pocos, los elegidos que trataban de preservar su carne en un doloroso y largo proceso de autodisciplina que convertía su cuerpo en un armazón medio muerto sin grasa ni fuerzas para moverse que prácticamente era sólo hueso y piel. Este doloroso proceso en el que un ser humano se auto momifica es extremadamente lento y doloroso, podía durar de tres a diez años. El ritual ha variado durante los nueve siglos de los que se tiene constancia histórica, pero son 3 las etapas principales que no cambiaron y todas duran un periodo de 1000 días.

– La primera fase, consiste en un período de mil días donde el monje adopta una particular dieta de alimentos de que nutrirse. Comiendo pequeñas cantidades de harina de trigo, nueces, avellanas y nuez moscada.

– La segunda fase, durante el segundo período de mil días, la dieta del ascético se vuelve aún más limitada, debido a que sólo se alimenta de raíces y de la corteza del pino. Físicamente el monje se ve más demacrado porque el agua y la grasa corporal de su organismo son casi nulas. En esta etapa los efectos del té que el monje bebió hacen su efecto y la persona empieza a vomitar, sudar y orinar continuamente, por lo que reduce todavía más sus fluidos corporales, este aspecto es uno de los más importantes para la momificación debido a que el cuerpo del monje se vuelve venenoso para gusanos y escarabajos que tratarían de otra forma de consumir la carne del sacerdote después de su muerte.

– La tercera fase, finalmente el ascético que está severamente debilitado y padeciendo de un gran dolor físico por el veneno del té, entra en el último periodo de su camino sagrado. A partir de este momento se construye un refugio subterráneo tres metros bajo el suelo, y se hace un ataúd de madera con el espacio suficiente para que el monje pueda colocarse en posición de loto y continuar su meditación y mantras, al mismo tiempo que continua con su rigurosa dieta de raíces y cortezas de pino. El ascético continúa respirando por medio de un tubo de bambú, además de esto tiene una campana que suena una vez al día hasta que muere, en cuyo caso deja de sonar. Cuando la campana ya no suena los otros monjes remueven el tubo de bambú y entierran al ascético por completo y esperan mil días más para desenterrarlo, si el ritual se realizó correctamente el cuerpo quedará incorrupto y no se descompondrá quedando momificado de forma «natural».

Qué extraña es esta nota, la de la automomificación. Estos susodichos monjes viviendo tantas penalidades y austeridades  ¿para qué? para simplemente morir. ¿Cuál es el objetivo de este ritual? secarse en vida para luego ver su propia muerte. Morir así, sin nada qué vivir. ¿Es esto desapego? liberarse de los todos los deseos, anhelos, necesidades…el sufrimiento total, indescriptible. Morir como un acto voluntario y elegir el camino del sufrimiento ante  la totalidad de la vida y negación de todo lo que constituye el SER. ¿Acaso tanto cuesta liberarnos de este valle de lágrimas? ¿Cuál es la recompensa? o es acaso un ejercicio de voluntad extrema! La renuncia absoluta y el ideal llevados a límites inimaginables. No sé si es admiración o padecimiento la emoción que embarga, despierta. ¿Qué hay que demostrar? ¿Ante quién? ¿Por qué? Para qué…

El hombre es un ser complejo, de extremas resoluciones. La verdad se nos va de las manos. Tenemos facilidad para enredarlo todo y confundirnos más de lo confuso que es estar vivo. Porque vivos estamos un tiempo y luego de un suspiro muertos para siempre, sólo recuerdos. Y damos vueltas, terribles vueltas que aumentan nuestro padecer. ¿No será qué algún día tendremos que usar la momificación en vida para castigar el cometimiento de delitos? El hombre a lo largo de la historia ha probado todo para castigar a los delincuentes. O a quiénes cree han delinquido.

Se han aplicado cruces y han crucificado a los infractores, se los ha dejado guindado en jaulas atadas en árboles, se han creado islas-prisión, muchas cárceles de distintos tamaños y formas y nada. El delito sigue, la lucha contra los desertores persiste, etc. El mal continúa. ¿Cómo perseguirá el mal y los malos actos la sociedad del futuro? Antiguamente a las pecadoras les contaban el pelo, las quemaban vivas, les negaban la sabiduría. ¿Volveremos al castigo del pan y agua? Encerrados condenados a comer muy limitadamente, hasta que se sequen del hambre y del encierro  los castigados. ¿Probaran otro tipo de castigos más allá del simple encierro de cárcel?

Es sabido que cuando se acaba una era se derriban las estatuas de los poderosos que gobernaron y se auto alabaron como imprescindibles. En Brasil se están derrumbando las estatuas de Lula. Ver para creer. ¿Qué pasará aquí entre nosotros con el correismo? ¿Se automomificará o se derribaran sus monumentos y estatuas? Lo cierto es que estamos condenados a ver momias en nuestra historia. En Venezuela lo han momificado a Chávez. ¿Será acaso qué es esta la razón del referéndum para dejarlo a Correa en el poder? Toda momia es un recuerdo. En recuerdos de lo que debimos haber hecho, debimos de haber ejercido, el recuerdo de lo que fue y ya no es más…Este triste espectáculo de convertirse en momias…

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