Comienzo transcribiendo un acápite del artículo publicado en la revista Diplomática Consular -De Ecuador para el mundo- febrero 2010, de mi autoría:
Convocados por la UNIFEM de las Naciones Unidas, el 11 de diciembre del 2009, se llevó a cabo en Buenos Aires-Argentina el encuentro de mujeres miembros del CEDAW-ONU- siglas en inglés del Comité de Eliminación contra todo discrimen de la mujer -y más líderes de toda Latinoamérica y el Caribe, celebrando el 30 Aniversario de la firma de la adopción de la Convención respectiva, cuyo objetivo era hacer un análisis histórico del tiempo pasado y los nuevos desafíos a enfrentar para fortalecer y consolidar la acción futura en la Región…
Fui una de las asistentes invitadas, por el Ecuador, como Experta Mundial del CEDAW-ONU entre 1987 a 1990; ejerciendo en los dos últimos años, una de las Vicepresidencias por América Latina y el Caribe…
Fue importante confirmar: que después de 30 años, el CEDAW seguía cumpliendo su papel de lucha contra todo discrimen contra la mujer, como vigilante y censor, comprometiendo a los 189 gobiernos del mundo, que hasta hoy han adoptado la Convención, el tomar medidas legislativas, o de otro tipo, para la protección de la mujer…
Trascendente fue reconocer la denuncia que hizo la brasileña Silvia Pimentel sobre el estado actual de la mujer en todo el mundo, víctima de un nuevo maltrato por el varón, que está marcando en el presente, niveles de criminalidad sexual abominables, en las violaciones de la mujer, desde niñas ultrajadas, hasta el incesto; lo que requiere una acción enérgica para castigar este delito criminal…
Todo esto, al comienzo de siglo XXI – que lo estamos viviendo – A lo que me invadió un mea culpa, como una de las mujeres que en los decenios pasados, alzamos la voz en los foros mundialistas por el respeto a la dignidad humana, convencidas que con la igualdad jurídica, venía el respeto al género
Esta igualdad jurídica que está ya siendo tangible en algunos países, hasta el compromiso de hoy de las mujeres de Latinoamérica y el Caribe de la ONU, en su campaña por alcanzar el 50-50 de la equidad en el 2030.
Pero fuera de las mujeres políticas-gobernantes que alcanzarían ese 50-50, hay miles y millones que hoy son víctimas del feminicidio criminal.
Mujeres y niñas víctimas, de los varones que viven “el salvajismo cavernario de devorar a sus presas hembras o a sus cachorros”, desde crímenes de sangre o de pornografía por internet.
Me pregunto una y mil veces – ¿Se tergiversó, la igualdad del derecho entre el hombre y la mujer, o es el grito de venganza de él contra ella?
Cada día hay mujeres degolladas, quemadas, asfixiadas, destripadas, violadas, muertas, arrojadas a los basureros, igual que sus hijos. Y es el varón, el criminal.
Y ¿qué hacer? -Es el siglo- -Es lo moderno- se dice. Entonces mi grito es hoy en pleno 2016 que con ese 50-50 que aspiran las mujeres al 2030, comencemos a recuperar los valores y principios de respeto humano que son eternos.
Y seamos las mujeres las que reaccionemos a que estos vuelvan a hacerse carne de la carne de sus hijos; ¡Respeto! ¡Respeto a la mujer! Que el niño sepa del respeto desde que abre sus ojos, priorizando el respeto a su madre, por ser la mujer que lo llevó en su vientre, que lo cría con sacrificio o no, pero se da todo a él, a “su hijo del alma…”
Que los padres en su hogar, los maestros en la escuela, vuelvan a decir… “La madre es sagrada” -Frase que la sacaron del vivir humano, porque alguien dijo “hay que terminar con la palabra sagrada…”
¡Respeto a la mujer: la niña, la hija, la hermana! ¡Sagrada contra el incesto y el estupro!
¡¡Sagrada!! Para no lastimarla (paradójicamente) “ni con el pétalo de una rosa”
Y ella: la hija, hermana, esposa y madre, en comunión espiritual se respetarán como mujeres, haciendo un fuerte de defensa a la nefasta explotación de sí, a la que se están dejando arrastrar como objeto sexual, otro de los grandes atentados criminales del momento.
De ahí que la mujer de este Siglo XXI en ese 50-50, reivindique el respeto a su dignidad humana.
¡Alerta mujeres de hoy y siempre!