Los rastros que va dejando la corrupción después de varios años de gobierno, son similares a los de las cañerías de detritos que van a parar a un inmenso desagüe en el que se esconden todas las porquerías y del que nadie se hace responsable. Los residuos y la suciedad se van a cumulando indefectiblemente allí, hasta que un día cualquiera, revienta, y el desagüe se hace público.
Diecisiete años de gobierno bajo una misma administración son difíciles de ocultar, pero con la basura que se ha acumulado en estos últimos tres años, es más que suficiente para darnos cuenta de que la tubería que transporta los residuos, va a explotar en cualquier momento.
Las fugas o deserciones, durante ese tiempo, de algunos hijos de la revolución hacia el imperio, para “colaborar” con las investigaciones que diferentes fiscalías del gobierno federal están llevando a cabo, ya no pueden verse como casos aislados e insignificantes. No se trata de estrellas solitarias en el firmamento, que parecen muy lejanas en una noche nublada, sino de conjuntos de ellas que empiezan a tomar forma bajo un claro de luna llena, dando lugar a figuras reconocibles, a auténticas constelaciones.
Exmagistrados del TSJ, ex fiscales del Ministerio Público, miembros de los diferentes cuerpos de inteligencia y seguridad del Estado venezolano, así como exfuncionarios de PDVSA y de otros organismos, con pasaportes diplomáticos emitidos por la cancillería venezolana, han ido a parar a los Estados Unidos, donde han confesado sus confidencias y pecados. Hasta unos sobrinos de la primera dama, han caído en esa densa, extensa e ineludible red que las averiguaciones de la justicia norteamericana ha venido tejiendo de manera lenta, pero segura, sobre la corrupción venezolana y que abarca desde simples comisiones y sobornos, hasta negocios ilícitos como el contrabando, el narcotráfico y el blanqueo de capitales, muchos de ellos delitos federales en el país del norte. La banca internacional que sirvió de depositaria o intermediaria de aquellas operaciones financieras, también tendrá, tarde o temprano, que colaborar con los investigadores.
La información que todos esos personajes dieron al gobierno de los Estados Unidos, pero sobre todo los detalles, la conocen solo los investigadores y autoridades al frente de la averiguación penal. Quitarle importancia, como han hecho hasta ahora, algunos representantes del gobierno venezolano, a lo que aportaron a la misma, dentro del trato realizado con el gobierno norteamericano esos “cooperantes no patriotas”, con el único propósito de que se les rebaje cualquier pena de cárcel o se les exima de responsabilidad, es solamente una valentonada de quien sabe que tiene el susto en el cuerpo y vienen por él.
Al principio, fueron casos aislados, historias individuales de implicados en algún delito particular. Pero con el tiempo esas historias fueron creciendo y se convirtieron en una trama de grandes proporciones, con múltiples ramificaciones. Es algo así como una cacería, en la que se consiguen algunas piezas pequeñas, mientras se buscan otras más grandes e importantes; auténticos trofeos.
Salidas o fórmulas negociadoras ante esta situación de agobio imperante, no se ven por ningún lado, mucho menos con la nueva atmosfera de la política internacional, la cual tampoco favorece al gobierno de Maduro, que mira atónito como la nueva historia de amor entre Estados Unidos y Cuba, debilita su posición en el tablero de ajedrez continental y pone en terreno de arenas movedizas a la revolución bolivariana, inspirada entre “otros ideales” en la cubana; la que súbita e inexplicablemente se alía con el imperio, tan demonizado hasta ahora, por Fidel y Chávez, por ser la causa principal de todos nuestros males.
Algo similar ocurrió con el régimen de Fujimori, del que siempre digo, que el de Chávez fue un parangón. Todo iba aparentemente bien, hasta que una década después, empezaron a salir a la luz pública los “Vladivideos”, que junto a la escabrosa situación del recién comenzado tercer mandato de “el Chino”, precipitaron los acontecimientos y dieron al traste con su gobierno. Así, vinieron las fugas, la huida, la renuncia por carta y todo lo demás. En estos asuntos, el deterioro siempre es lento, pero el derrumbe es instantáneo.
Poco a poco, el círculo se cierra. Cada día que pasa, se hace inevitable lo que es inevitable. Quien tenga ojos que vea, quien tenga oídos que escuche. Lo que está escrito vendrá.
Hay un común refrán que dice NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS, NI CUERPO QUE LO RESISTA. Y este mal de NUEVE AÑOS en este cuerpo de la robolución ciudadana está a punto de fallecer, producto de las malas y perversas decisiones y actuaciones bajo el imperio de la prepotencia. Vale perder el miedo y salir a las calles a reclamar nuestros justos derechos y decir basta a este sucialismo del siglo XXI, solo nos ha traido pobreza, delincuencia, criminalidad y descrédito.