21 noviembre, 2024

Dos sin sacar

El titulo no tiene nada de sugestivo o libidinoso, lo descubrí en un restaurant que expende platos de la cocina manabita con base de mariscos y salprieta, lo que llamo mi atención, si dejar de reconocer que me hiso dibujar una sonrisa. El nombre me pareció adecuado por la estrategia que está utilizando el gobierno para recaudar fondos.

La angustia y el dolor que trajo el terremoto de aquel fatídico sábado 16 de abril tiende a calmarse, sin decir con ello que nuestros hermanos manabitas, esmeraldeños y de otros lares remotos, no estén sufriendo por las pérdidas humanas y materiales.

La respuesta del gobierno frente a la catástrofe es motivo de comentarios por todas las redes sociales y por personas que estuvieron en el sitio horas después del acontecimiento, así que no caben más aclaraciones, pese a que se quiera vender lo opuesto, al punto de manifestar que fue manejado mejor que lo de Japón.

La sociedad civil tan vilipendiada y traída a menos respondió admirablemente en el momento más crítico y la ayuda de toda índole no se hiso esperar, a pesar de las dificultades que se tuvieron que sortear para llegar al lugar y la logística que implico el reparto de las vituallas y medicinas.

El gobierno y sus asambleístas, tramitan proyectos de ley que golpearan los bolsillos de los ecuatorianos. El del Equilibrio de las Finanzas Publicas fue enviado con carácter de urgente y aprobado por los acólitos el 26 de abril sin mucho tramite. El segundo igual de urgente con la peregrina excusa de cubrir los gastos del terremoto denominando pomposamente de Solidaridad y Corresponsabilidad Ciudadana. Dos palazos al hilo y sin sacar.

El de Equilibrar las Finanzas Públicas (?), luego de la fiesta del derroche que ha durado 9 años, busca desesperadamente cubrir el hueco presupuestario. Sube los impuestos a las bebidas azucaradas y alcohólicas; incentiva el uso del dinero electrónico y tarjetas de crédito; reduce el monto a la salida de divisas, etc. Con estos impuestos se incrementará el desempleo, cerrarán más tiendas pequeñas (se calcula más 5000) y el golpe al pueblo será despiadado, como lo será a las escuálidas arcas del gobierno por la baja del consumo. Más impuestos desmotivan la inversión.

El de la Solidaridad, contempla un nuevo aumento con la excusa de la temporalidad como el IVA del 12% al 14%; descuento del salario de uno y cinco días para quienes ganen más de mil dólares; impuesto al patrimonio; un cobro adicional a las utilidades, etc. Todos estaban en carpeta desde antes de que ocurra el terremoto. Nada de lo que sube baja, por lo menos en la parte impositiva, peor cuando se quiere seguir con un modelo económico fracasado.

El gobierno ha expresado que los que se opongan a los 2 proyectos, ofenden a los pueblos afectados por el terremoto. Se aprovechan de las circunstancias, del dolor que distrae a los ecuatorianos y de un solo golpe, pega dos sin sacar.

El principal factor que existe además de la carga de tributos, es que no hay la confianza sobre el manejo de lo que se recaudara. Si todo va a parar a la cuenta del gobierno, nadie pude garantizar que el destino sea la reconstrucción de las áreas afectadas y la ayuda a los damnificados. No se acepta que con lo recaudado se abra una cuenta diferente que pueda ser auditada. Se preparan para una nueva campaña con fondos del mismo pueblo. Increíble los alcances.

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Veto al Código de la Democracia

En nuestro país, para quienes escribimos o, mejor dicho, para quienes todavía tenemos el privilegio de expresarnos libremente, no hacerlo sobre temas de coyuntura se convierte en una empresa imposible.

Hago esta pequeña reflexión porque tenía la positiva intención de redactar una nota fresca, alejada de la tediosa realidad que nos oprime pero, al enterarme sobre la entrada en vigencia del veto presidencial al mal llamado Código de la Democracia, no puedo hacer otra cosa que tratar de explicar esta descarada, insolente y grosera agresión a derechos fundamentales como el de información y expresión, directamente relacionados a nuestro derecho de elegir en un ambiente democrático.

Parece una tomadura de pelo a todo el país, hecha con el descaro propio del que se siente intocable por el inmenso poder que ostenta, aquel que ha renunciado, ensimismado en su ego, a la obligación de responder no solo a sus mandantes, sino además a la historia.

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