Amo las piedras, son mi gozo, si en los caminos de mi vivir me encuentro con una piedra de forma bella, de textura que brille y que canté, la recojo y la guardo. Me encantan los cuarzos. Disfruto de su compañía, su presencia. Las piedras poseen el don de lo que se preserva. Son un trabajar de la tierra, su necesidad de evolución, su transformación de bella en belleza. Las piedras, las llamadas preciosas o semipreciosas son cantos y poemas de la tierra como homenaje para sí misma. La tierra se adora desde su hermosura para la belleza de lo que existe y hasta lo que no aparece aún. La tierra disfruta todas las vidas y todas las muertes. Las piedras son su solemnidad, son su movimiento trascendente que enseña a la vida a abrirse camino dejando dolores y sufrimientos.
Las piedras son la verdad, la continuidad vertiginosa e inmutable de lo verdadero. En mi muerte cedo a la tierra lo que ella quiera tomar y me transforme en piedra ónix o en piedra ágata o en cuarzos de color morado o azul cielo o del color del mar de las ilusiones que nunca se cumplirán. Bebe de mí y vive para siempre madre de volcanes e inciertos.
Miles de piedras de colores y de infinitas formas saltan a las calles y avenidas y la gente gira desde su mendicidad y las recoge y advierten que están para salvarnos la vida ante el avance del oprobio y el plástico. Las piedras vuelan en las manos de los incrédulos y los elevan hasta donde nunca se imaginaron volar. Las piedras cantan nuestros nombres y los pronuncian en voz alta para saludar nuestra existencia. Nadie tiene ya que ir a trabajar y enriquecerse a costa de otro ni dedicar su vida para enriquecer al otro. Nos hemos olvidado de la triste vida del capital y ahora estamos encantados soñando que ésta es nuestra realidad. En este maravilloso vuelo descubrimos que la realidad está en el aire y que la vida debe ser vivida desde y en el aire.
En el aire no hay límites ni fronteras ni políticos ni política ni ideologías, sólo la vida en sus múltiples formas, caprichos y deseos. En el aire está la música, el sonido. En el aire las piedras en otra dimensión de existencia, nadie detiene las piedras en la revelación de sus secretos. Piedras en la respiración, todas las vidas viviendo en el aire y desde el aire, la música de todos los mundos, el sonido de los universos, del paraíso y de las cárceles vibrando la nueva vida.
Dios se ha quedado dormido y ya no existe y el diablo ha esparcido la gravedad a los agujeros negros. La gravedad se ha perdido, no es ley ni existe ley alguna que me obligue a verme padecer y a verte sufrir. Hoy tres mujeres alegres se han suicidado porque no tenían para el papel mosca en el que envolvían a sus hombres de porcelana.
Ver la vida desde la locura. Sentarse en el aire y observando el agua que se eleva desde la profundidad de la vida, irse con el agua. Las raíces de los árboles en el aire y sus ramas creciendo en el fondo de la tierra. Los pájaros convertidos en escorpiones, pariendo huevos escarbando la tierra y los alacranes volando sobre los hombres de ratones voladores.
He escrito algo que nunca pensé escribir. De eso se trata: de lo imposible. Moriré, morirás y quedará contigo tu maldición, ave de rapiña, escarabajo hirviendo, demonio negro y pestilente. Los ingratos convertidos en cuervos han asaltado las arenas movedizas y se han clavado en el mar seco del olvido. Lo que me hace falta, lo que te hace falta está resuelto. Regreso a las piedras, la belleza de las piedras en perpetua oración..