21 noviembre, 2024

Ezio Bosso

Euterpe, la musa de la música y Polimnia  la bella de los cantos sagrados   han soltado sus dones y se inclina el universo ante el hijo de la música que ha nacido para ser inmortal. Es Ezio Bosso haciendo música para florecer galaxias y nuevos soles. Su cuerpo retorcido exhala creación ilimitada en gozo y plenitud cuando su música suena. Son ritmos conquistadores de desiertos alados y piramidales. Bosso es la inspiración de los demonios conquistando las virginidades de monjas desnudas después del rosario.  Bosso es el estallido de música gigante; has nacido para conmover y partir los troncos de palo santo y echarlos a los ríos para que nazcan nuevas serpientes que coman manzanas para encantar a Adán buscando la pureza de Eva.

Ezio Bosso  amigo, tócame una sinfonía que me haga olvidar que voy a morir, que voy a desaparecer, tráeme alivio en mi desazón, mi desdén. Permite que tú música me encuentre ante el desvarío de estar vivo y después estar muerto. Esta broma cruel de ver nacer el ruido y perderme el silencio. Tú música es sonido del creador arrepentido de su creación. Tu canto no es suave ni débil es la fuerza de decir NO a quien siempre le dije SI. Es mi abandono de sentirme abandonado de la gracia. Son puñaladas tremendas dadas antes de que el corazón aprenda a olvidar. Tus entonaciones son la amargura de Belcebú de sentirse obligado a obedecer a su creador.  Ezio permitirme llamarte como hijo o como padre o como quien saluda con gratitud ante quien lo comprende, lo entiende, lo acepta, lo tolera y no me resistes.

Hoy me he arrancado la lengua y te la ofrezco sobre un cucharon de bronce y oro. Haz con ella música que llegue hasta Júpiter y multiplique los anillos de Saturno.  Mi corazón azul plateado se ha salido de su cuenco para caer a tus pies de loto cantor y te inspire la música con la cual seré inmortal hasta la tumba de mi tumba. Canta, suena, compone, vibra Ezio, pero no me deseches, ponme a escucharte y hacer que mis dudas vean la luz. Estoy inconforme, no he nacido aún y quiero nacer. Nacer a esa misma oportunidad que tú tienes de ser tú mismo tocando y haciendo tocar a otros. Tú música que he esperado desde que nací  para comprender que puedo ver la luz al final de la vía láctea en la que vivo y pienso.

En la música de Ezio he encontrado libertad. No me obliga ni me lleva a estar contento ni triste ni me saca de aquí ni tampoco me trae al ahora. Me acepta que hoy soy y nada más que eso. Quizás sea eso…que aún no lo sé ni sé sí lo descubriré o me llegará. Ezio es una balada profunda que canta a los dioses y demonios que han creado el tiempo y las dichas de ver nacer el día. Me alegra escucharte amigo, hermano, hijo, sal de cada día y azúcar del café antes de dormir. En los océanos ya no hay dolor. En la profunda selva se casan el agua y el verdulero que no sabe escoger los pepinos del verde limón. Morado te quiero morado, bañado en granate y en lila oscuro como la noche en que mi madre me hizo sentada viendo nacer a mi padre en los bordes de los mares.

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