El título hace referencia a mantener y respaldar lo insensato, para congraciarse con quien defiende una terquedad.
La enorme mayoría está en contra del abuso a los animales. Sin embargo, ¿cuál es el animal que debe ser el más protegido?
En la cadena del Reino Animal está primero el hombre, pero debe considerarse que todos los seres tienen una gran importancia. Con la desaparición de un eslabón, los seres que le siguen se quedarán sin alimento.
Por otra parte, los seres vivos que se encuentran en el nivel inmediato anterior al del eslabón desaparecido comenzarán a experimentar una superpoblación, ya que no contarán con su depredador. Por eso resulta de vital importancia la protección de los ecosistemas y de todos sus componentes.
Ha sido un evento “Políticamente Incorrecto” la aplicación de la Ley y de la lógica imponer la disposición dada por el Alcalde de Loja, el “Chato” Castillo, de reducir los perros vagabundos de una manera económica.
Quizás debió contratar personas que los capturen y permitir que alguien que lo desea se haga cargo de ellos. Cuál habría sido la protesta por obligar a llevar un registro, con un costo por medalla, de cada mascota debidamente cuidada. ¿Pagaría veinte dólares por cada perrito, gato, o loro doméstico? Fondo para utilizar en el albergue transeúnte que sólo salvará a uno que otro animal, hasta que el que prometió acogerlo lo abandone.
Veamos lo real esencial que deberíamos buscar: ¿Cuidamos correctamente a los tiburones que asesinan por millones para córtale la aleta con la que se puede elaborar una exquisita comida? ¿Delfines, ballenas que vuelven a aparear y que son disturbadas por los que desean conocerla?
¿Sentimos lastima por acabar con los bichos transmisores? Del: ¿Dengue, Chikunguña (chikungunya), o el Zika?
Suena irreflexivo por ser evidentes transmisores de enfermedades. Empero, los perros y gatos callejeros son igualmente transmisores de enfermedades tales como la toxoplasmosis que causa deformaciones en una madre que adquiere la enfermedad durante la gestación de su bebé.
Menguada protesta escuchamos por la invasión al Oriente ecuatoriano, en dónde se talaron y se abrieron vías para explotar petróleo que ayude a mantener tanto el boato Gubernamental, o los “Panamá Papers” de los “nouveau riche” que pasaron de comer mierda a paté. De viajar en mula a SUV´s de lujo, o a comer cheques. De cuartos pintados con cal a mansiones decoradas por ´madame frou frou´, con estilo grotesco.
Árboles de millones de años, fauna y flora exótica, fundamental en el balance de la vida. Todas extinguidas y enfermedades endémicas que no afectan a los portadores transmitidas a la humanidad. Galápagos, reserva de la humanidad comercializada.
Y ya que se toca el tema: Las palomas que “adornan” las plazas y balcones de la ciudad solo son un supuesto atractivo. Empero, para quienes viven cerca de su superpoblación, por no ser nativas, y para las aves naturales del Ecuador, se están convirtiendo en una pesadilla.
Sus efectos son tan nocivos, y su capacidad para reproducirse, cuando son sobre alimentadas, es tan grande, que se han ganado el apelativo de “ratas del aire”.
En estudios internacionales realizados sobre estas aves, se establece que son fuente de contaminación por sus excrementos y los parásitos que llevan en su cuerpo.
¿Atractivo o plaga? Una vecina afirmó que las aves son bonitas, atraen a los niños y son las mascotas de los adultos que las alimentan. Lindo, dulce, pero su existencia causa más de un conflicto a los moradores.
Sus heces, altamente ácidas y dañinas, caen por dondequiera y se pegan a las ventanas y las esquinas de las casas.
Además, las palomas se meten por los tejados, no dejan dormir con sus sonidos, cargan una especie de piojos que saltan en la ropa y, cuando sus excrementos se secan, se forma un polvo que causa picazón en la nariz y resequedad en la piel.
Además, afirma que las palomas causan accidentes de tránsito por sus vuelos inesperados, y muchas molestias a quienes pisan sus excrementos o los reciben desde el aire.
Conciudadanos, hay que reflexionar: Luz suficiente que ilumine al Santo, pero que no lo queme.