El Presidente Correa en su última sabatina indicaba: “Es corrupción denunciar sin probar,” dando a entender que los actos de corruptela que están saliendo a la luz deben ser sustentados y verificados, como si los levantes que se han hecho en las faraónicas obras se los dejaran respaldados por escritura pública.
Ecuador ha sido y es, como muchos países tierra fértil para que la corrupción florezca tanto en el ámbito político como en el empresarial.
Prácticamente en todos los gobiernos desde que se inició la época republicana se cometieron actos en donde se dispusieron de dineros del Estado, sea por sobreprecio en contratos o por tráfico de influencias. En lo privado el prejuicio va más dirigido a las personas naturales en las figuras de la estafa y robo, como se dio en la banca años atrás y en urbanizaciones donde se tragaron a ingenuos compradores.
La corrupción gana terreno en el mundo al punto de ser un mal que está presente en casi todos los gobiernos cualquiera sea su ideología. Similar situación se da en los diferentes estratos sociales y nichos de negocios, incluyendo el deportivo. No obstante, reconocer que los porcentajes varían de acuerdo a la cultura y educación de los pueblos.
La “década ganada” de la revolución ciudadana parece que ha sido una de las más productivas en corrupción. El derroche de dinero a manos llenas, ayudado por los altos precios del petróleo y por disponer de los ahorros que se tenían para contingencias, creó el caldo de cultivo que hizo propicio que los corruptos crezcan y se reproduzcan sin que exista formula que los combata.
En lo político la Asamblea con mayoría de Alianza País, no ha impulsado ninguna fiscalización en la década del correismo. La Comisión de Fiscalización encargada de investigar las denuncias que se le presentan, no ha dado resultado alguno y se archiva todo lo que huela a corrupción.
Asambleístas verde Flex están buscando chivos expiatorios entre funcionarios de gobierno para que asuman hechos de corrupción que representan centavos frente a los grandes negociados y comisiones que se denuncian en las hidroeléctricas, petroleras, carreteras, etc. Están tratando de tirar una cortina de humo que no deje ver con claridad la corrupción existente. ¿manos limpias?
La Contraloría debe asumir su responsabilidad ante el silencio mantenido durante la etapa Correista. Las glosas muchas de las cuales aún no están en firme, son por valores poco significativos si se comparan con los 3.000 millones gastados en las diferentes obras que han sido contratadas.
Los próximos meses antes del inicio de la Campaña Electoral serán cruciales para el Correismo. Muchos buscarán bajarse del barco y dejarán a los más giles hechos cargos del hundimiento.