En menos de un año tendremos un nuevo Gobierno. ¿Habremos participado en su elección o lo habremos dejado en manos de otros? Me recuerda esa canción que dice: “la vida es la ruleta en la que apostamos todos”. La vida es una ruleta porque realmente no sabemos cómo girará y cómo quedará nuestro número. A algunos les irá bien, a otros no tan bien. Unos pocos serán marcados por la fatalidad y hagan lo que hagan no les saldrá bien. Apostamos a la ruleta en la carrera que escogemos, en el trabajo que aceptamos, en con quien nos casamos, en el país al que vamos a vivir y, en este caso, en a quien damos nuestro voto.
En la vida muchos no hacen sus apuestas, otros las hacen por ellos. Es esa chica que escoge una carrera porque es misma que ha escogido su novio, que tiene carro y la lleva a la universidad. Es ese chico que graduado acepta un trabajo que no le gusta por presión familiar. En nuestras vidas, ¿qué apuestas las hicimos nosotros y que apuestas las hicieron otros por nosotros?
Una muy grande apuesta tiene que ver con el entorno en que vivimos, específicamente el Gobierno que lo rige, que en gran parte define ese entorno. Podríamos decir que en un gobierno elegido democráticamente mi voto es uno frente a millones, y no cuenta. Esa es la salida fácil. Es verdad que mi voto cuenta poco, lo que cuenta mucho es mi involucramiento. Y para los que leen Desde Mi Trinchera el involucramiento es posible. No es solamente votar por el partido o el candidato que les gusta, es participar en ese partido, apoyarlo, influenciarlo y finalmente participar en su dirección. La excusa es la de siempre: no se meta, preocúpese no más de lo suyo y ajústelo al marco que le impone el partido en el poder.
Y luego se quejan, porque todos los que no se involucran se quejan luego amargamente. ¿De qué? ¿De que el Gobierno no actúa como quieren?, ¿o se lamentan de haberse mantenido al margen? También los corroe el temor, mal llamado prudencia, ¿y si me acerco demasiado y no gana? Mejor me mantengo al margen. Elevan las palmas de las manos y con una sonrisita autosuficiente pontifican: “yo le dije”.
Hemos tenido el largo Gobierno de un partido que ha logrado enardecer la opinión popular y que hoy se enfrenta a circunstancias externas e internas desfavorables. Si estoy de acuerdo y quiero mantener al mismo partido en el poder, ¿qué estoy haciendo para lograrlo? Si por el contrario, quisiera cambiarlo, ¿qué estoy haciendo? ¿Qué potencial candidato se acerca más a lo que busco? Perfecto para mí no va a haber. Tal vez yo, pero no estoy dispuesto.
Apostemos con nuestro voto, pero sobre todo con nuestro involucramiento. ¿O lo dejamos a los otros y luego nos quejamos?