“La injusticia en cualquier lugar es una amenaza para la justicia en todas partes”. Martin Luther King
“Toda forma de desprecio, si interviene en política, prepara o instaura el fascismo”. Albert Camus
Defender la democracia no es solo defender una formalidad social de entenderse. Es defender la esencia misma de la vida en sociedad. Es decir sí a las libertades públicas. Es decir sí a los derechos humanos. Es decir sí a las garantías constitucionales, de un país que oferta, como su objetivo primordial, la seguridad social de las personas que lo integran y de sus bienes legítimamente adquiridos. Es decir sí a la justicia, a la educación, a la salud sin que medie intereses de raza, de estatus económico, de arbitrariedad institucional… Defender la democracia es, entonces, defender la construcción de una vida en la paz, para la paz y por la paz. O sea, una vida sin engaños. Una vida sin odios. Una vida sin violencias.
¿Qué reconoce, ahora, Luis Almagro en calidad de Secretario de la OEA, al invocar la aplicación de la Carta Democrática Interamericana aprobada el 11 de septiembre de 2001 (Lima, Perú), en el Vigésimo Octavo Período Extraordinario de sesiones? Protege e impulsa, con esta invocación, en legitimidad y legalidad, la defensa de la democracia. Ni más allá ni más acá de lo estatuido en su contenido que, en buena medida, está sustanciado a la par en el Primer Considerando y en su Artículo 1. De ambos enunciados resalta la democracia como “INDISPENSABLE PARA LA ESTABILIDAD, LA PAZ Y EL DESARROLLO DE LA REGIÓN”. Pero, además, la “OBLIGACIÓN DE SUS GOBIERNOS DE PROMOVERLA Y DEFENDERLA”.
¿Son conscientes, en verdad, los gobiernos de esta América nuestra, de la realidad actual de sus pueblos entre miseria social, corrupción institucional y aventurerismo político, como fuente del deterioro de sus sociedades? Si así fuera no habría discusión sobre la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, al ser indispensable. Más aun al tratarse del caso de Venezuela… ¿O es que nadie sabe que ha traspasado ya, en un contexto de terrorismo de Estado, los límites de la cordura al pretender, con desmedro de la democracia, oxigenar un nacionalismo fascista, típicamente populista y demagógico?. Para Jacinto Pérez Arcay, General en Jefe de la Fuerza Armada Bolivariana, el desastre en que está embrollada Venezuela, es por ausencia de un liderazgo serio y competente. Y desde su posición insiste, <<Bolívar dice: “El mejor gobierno es el que le proporciona a su pueblo la mayor suma de felicidad posible”, no la tenemos. La mayor suma de seguridad social, no la tenemos. La mayor suma de estabilidad política, no la tenemos…>>.
No olvidemos a Martin Luther King cuando se trata de recuperar las libertades y los derechos…”La injusticia en cualquier lugar, expresó con voz alta alguna vez, es una amenaza para la justicia en todas partes”. Pero, imposible, también, no estar de acuerdo con Albert Camus, cuando advierte que “Toda forma de desprecio, si interviene en política, prepara o instaura el fascismo”.
Maestro! Sus comentarios muy puntuales y acertados. Seguramente a algunos no les guste, pues creerán que el poder es para toda la vida. Una lástima por Venezuela, tierra de libertadores y mártires, hoy en manos de ignorantes, impreparados y saqueadores.