21 noviembre, 2024

Mujer de hambres

Eres el triunfo sobre mis temores. No te contradigo porque ante ti soy débil, inconstante, incoherente y espuma. Eres el amor que nunca conté que podía aparecer. Pero apareciste: de grandes ojos abiertos como la madre de las lechuzas, voz de pájaro cantor trepado en árboles de flechas puntiagudas y curvas desde donde nace el deseo de la serpiente por ser maíz y el secreto anhelo del maíz por ser desposado en primavera y en el solsticio de otoño. Eres aroma de árbol de eucalipto cortado en troncos que servirán de asientos de comedores donde la reina del amor tendrá sexo con desconocidos y manara leche de cacao y jazmines cada momento de creación. Eres la música sacra pervertida al revés escrita en días de azul y granate. Eres la mujer que encontré en una montaña viviendo en harapos cansada de haber aprendido tanto de la vida, habías olvidado el sueño y estabas libre sin campanas que agiten tu ensoñación, dormías soñando que un pecador venía a ti y te salvaba de la ausencia del mal. Mujer nido, mujer huevo de gallina chueca torturada por el gallo de cabeza pelada y sin fe. Mujer de sangre de torrente, hembra de sal, encadenada a las columnas de lluvia que bajan desde los desiertos desvariando de frío. Mujer irreconocible, sin lágrimas, sin poesía, eres volcán cuadrado, equinoccio de vía láctea, mujer de todos los colores, mujer de piedra, de cantos de oro, de gemidos de atardecer hasta el amanecer.

Estoy aturdido, te veo y ya que exista el tiempo. Esta negado. De repente desapareció. Entonces ya no hay pérdida, no te vas a ir, no me dejarás una noche en que no haya luna ni manantiales ni caballos blancos volando sobre un campo de girasoles verdes. Estarás hasta cuando te diga: “moriré en una hora, déjame agonizar en tu mente, susurrarte en el odio que una vez te odié cuando soñé que me dejabas echado sobre una planicie de alacranes y ranas flacas que no tienen sexo”. Esta es la hora, este es el momento, estoy yendo hasta donde tú me dices que se acaban las distancias y temo encontrarte vestida, no quiero vestidos sobre tu piel, quiero tenerte desnuda, a flor de deseo y maldición. Atravesarte con mi lengua de mosca todos los rincones donde pueda fundar un puerto, crear un lago de ballenas jorobadas y donde pueda dejar escrito que un día te vi, te conocí, te embauque en palabras y luego me arroje desierto sobre tu catre de pulgas y perros enanos que no te auxiliaron cuando te escribí mi nombres en letras chinas y en humo de tiburón asado sin aletas, ahí me arrastre ante ti y continuo arrastrado de tu olor nauseabundo de orquídeas y flores de alicante.

Me ha dado por escribirte es porque me voy a morir, pero no de amor y esas vainas cursis, me estoy muriendo de deseo por ser tu único varón de nacimiento, el pecho que te amamanta de lujurias, estoy maltrecho porque morir por tus perfumes y fluidos es tormentoso pero inspirador. Te canto mujer amarrada como chiva al poste de la entrada del cabaret donde me dijiste que nunca irías.

Nunca te moviste, te quedaste  donde un día te ordene que no te muevas. Te definí, te coloqué en un slogan, te convertí en mi marca, te reduje a célula, a línea blanca que nunca atravesaste. Pero tú, mujer de fuego, aire caliente de volcán inerte y de pasado glorioso, tú rebelde, infantil, que sufres cada mil años; tú, mujer de fuete y látigo de monstruos infantiles que nacen y mueren para maldad de los sueños; tú, sonido de trompeta abriendo el campo de batalla, tú, sirena ahogada en licor de anís estrellado; tú: hembra, mujer choza, putrefacta, beso carnal envenenado; tú, mujer reino de sombras y risas de condenadas a la horca: tú, mujer hija de la virgen de dolores con el satán de guerras de cruzadas; tú, mujer que no haces ruido cuando me levantas la sabana y te penetras en mis costillas para parir nuevos niños budas que cantaran haber nacido en contra de su voluntad; tú, pasión de Herodes, amor de Nerón, objeto de lujo de Napoleón…tú, a quien arrastraré a mi tumba para que no vuelvas a ser de nadie…tú, mujer enérgica y de deseos fuertes, bendita sea tu voluntad de hacerme tu esclavo, tu mendigo, tu perversidad, tú fermento de violencia…me he sacado el riñón sólo porque tú me pediste que deseas echarlos a los perros.

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1 comentario

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