En el tiempo que resta del año veremos una transfiguración angustiosa entre lo que fue el Ecuador de hace una década y el actual. No hay tal década ganada, por el contrario, la desbancada será brutal.
La recesión será mayor. El desempleo se acentuará y la informalidad se multiplicará. Las calles se llenarán de gente que deambularán como sombíes y los supermercados vacíos serán un termómetro de lo que estará sucediendo. Las ventas bajarán en porcentajes que superarán el 40%, pese a promociones de 2×1. El deterioro comercial será indiscutible.
El gobierno no encuentra salida a la crisis, seguir negándolo es inútil. Se debe: 470 millones a los Municipios y Prefecturas; 392 al ISSFA; 1.200 a proveedores; 907 constructores y no se sabe cuánto al IESS. Se deberá pagar la cuota del endeudamiento externo, junto con el de Chevron en este mes.
Guayaquil la de mayor movimiento comercial ha dado paso a Quito en establecimientos, ventas, impuestos y créditos concedidos, los 39 ministerios y secretarías incluido el del Buen Vivir, hacen la diferencia.
Los contratos por las Alianzas Público-Privadas dicen generarán 1.200 millones en algunos años y representa el 1% de los 13 mil millones de la inconcebible Refinería del Aromo. La recaudación de impuestos baja considerablemente como era previsible. Circula menos dinero; el electrónico, ni hablar. Nos esperan meses de terror.
“Nadie puede volver atrás y empezar de nuevo, pero cualquiera puede empezar hoy y crear un nuevo final.”