Estamos en el mes de Guayaquil. La ciudad cambia su ritmo habitual y el sopor que se produce como consecuencia de la situación económica va dando paso a una alegría contagiosa a pesar de tener los guayacos los bolsillos vacíos.
¡Se dice que Guayaquil ha perdido la hegemonía económica que siempre tuvo para dar paso a Quito! No debe extrañarnos que las cifras digan tal cosa; provienen de los entes estatales que son manejados por burócratas verdes que tienen que seguir las consignas del que ostenta el poder omnímodo de la nación.
Durante la actual década perdida la ciudad más agraviada y traída a menos ha sido Guayaquil. Siempre se ha buscado un pretexto para confrontarla. El Alcalde, los Medios de Comunicación y cuanto personaje no sea de la línea del partido gobernante fue motivo de retaliaciones o persecuciones. Los días martes de casi todas las semanas y durante 10 años fue escogido para el vilipendio.
Con la revolución verde Flex Guayaquil ha sufrido el mayor estancamiento económico de la historia en aquello que depende del gobierno central. Como ciudad comercial por excelencia y dependiendo mucho del comercio exterior, las trabas gubernamentales, los impuestos y aranceles se convirtieron en la amenaza constante.
La ciudad- puerto ha sido duramente afectada con medidas que le restaron liquides y gobernabilidad a instituciones autónomas como: Autoridad Portuaria, Junta de Beneficencia , Solca, CTG, etc. El ataque ha sido constante y sistemático.
El columnista Guillermo Arosemena, pone en duda mucho de los indicadores con las cuales se llega a la conclusión de que Quito es la capital económica del país. Son cifras que pueden ser engañosas indica, ya que, por centralismo, las multinacionales que estaban en Guayaquil movieron sus matrices a Quito. Otra causa es el que empresas petroleras que operan en el Oriente tienen sus oficinas en la Capital. Las Leyes de Fomento Industrial tuvieron dedicatoria para favorecer a ensambladoras de vehículos, electrodomésticos, etc., que se instalaron en la sierra.
Para el Presidente Correa la sede de los pelucones está en Guayaquil y sus alrededores. No se ha oído tildar con términos despectivos a personajes de la sierra y si lo ha hecho, sobran dedos en las manos. Los nuevos ricos también están en Guayas. Los mayores actos de corrupción son acá. Los Medios, la Banca y sus administradores son por lo general guayaquileños. La droga desde su legalización campea en barrios y colegios de Guayaquil más que en otras ciudades.
Con motivo de las irregularidades detectadas en el IESS por pagos millonarios a clínicas o prestadores de salud, donde se dice que hay sobreprecios y un robo descarado, ya manifestó que caerán pelucones de nombres rimbombantes que con seguridad serán guayaquileños. Lo grave es que reconoce que lo presumían, pero no se hiso nada, se culpa a un expresidente del Directorio que hoy es su adversario político.
En un recorrido por sectores de Guayaquil, el presidente lamenta la pobreza que observo en Flor de Bastión y lógicamente culpo del hecho a la administración municipal, sin reconocer que el nivel de necesidad que raya en miseria, es producto de la crisis en que está sumido el país y del desempleo cada día mayor. Si tanto le molesta Guayaquil es MEJOR QUE NO VENGA.
Usted con su forma de expresarse ha hablado por los verdaderos guayaquileños, yo creo que, con lo que usted ha descifrado de lo que pasa en Guayaquil, y a los guayaquileños, hay que ser demasiado cara de tuco, ñaño, para que venga a mofarse de nuestra situación, de nuestra realidad y de nuestro orgullo, el de ser guayaquileño, que creo está muy lejos de serlo y sentirlo. Bien dicho, déjenos pasar tranquilos nuestras fiestas. Por ahora no es momento de venir a nuestra Perla del Pacífico, y esto va para los demás que se encuentran en la misma situación de decir que son guayaquileños y no demostralo, estando en contra de su progreso.