He seguido de cerca las noticias sobre la suscripción del acuerdo comercial con la Unión Europea – UE. Luego de extensas negociaciones preliminares, las autoridades del Gobierno se han puesto a correr a última hora para conseguir la firma de este importante y crucial acuerdo para Ecuador.
Actualmente gozamos de preferencias que permiten el ingreso sin aranceles de nuestros productos a la comunidad europea, excepto el banano, que tiene un régimen de desgravación gradual. Esto nos ha puesto en ventaja competitiva en esta región de aproximadamente 500 millones de habitantes, frente a otros países sobre los cuales la UE ha impuesto barreras arancelarias. Sin embargo, estas preferencias no serán renovadas en 2017, por lo que la firma del acuerdo comercial con la UE es imprescindible para mantener el ingreso de nuestros productos sin aranceles. Con un mercado de ese tamaño no hay otra cosa que tenga prioridad extrema, como la de llegar a la firma del acuerdo a tiempo. Esperemos que eso ocurra dentro de los plazos que ahora nos anuncian las autoridades -noviembre de 2016-, cuando estarían los acuerdos firmados para ser sometidos a los parlamentos respectivos.
De nuestro lado, ojalá sean ágiles, no obstante ya veremos los tiempos que manejará el Parlamento comunitario. Sería una catástrofe comercial de proporciones la falta de suscripción del acuerdo y llegar a enero de 2017 con una andanada de impuestos que gravarían nuestros productos, dejándonos prácticamente fuera de competencia, debido al incremento significativo de costos. Tengamos presente que el mercado europeo de ninguna manera adaptará sus estructuras de precios a nuestra nueva realidad, simplemente demandarán recibir los productos a los mismos precios, forzando a los exportadores ecuatorianos a absorber ese importante costo adicional derivado de los nuevos aranceles. Esperemos lo mejor, porque de lo contrario el impacto será de tal proporción, que el Gobierno no tendría los recursos necesarios para neutralizar tan adverso efecto.