21 noviembre, 2024

Mamá Monigote

He notado una tendencia social en cuanto a las relaciones interpersonales, hay un “no sé que” en el ambiente que empuja a las personas a “actuar” de determinada manera para así ser “vistas” como buenas por otras personas. Cumplir con los signos de aprobación social .

El que se sale del esquema o dicho de otra manera , no sigue la tendencia, es “mal visto” , no encaja.

Lo lamentable , si acaso hay que perder el tiempo en lamentaciones, es que la mayoría sigue al rebaño y este se engrandece. El pastor del rebaño es el sistema, el sistema de “inconsciencia colectiva” a donde todos pierden su identidad.

Como siglos atrás el factor que domina es el miedo. Antes era el miedo  a la exclusión y al castigo. Hoy lo mismo. Llueve sobre mojado.

La exclusión , no te llaman , no te invitan , no te toman en cuenta. No importa tu opinión , peor tus sentimientos.

Si alguien dice, piensa, hace u omite la consideración hacia lo tuyo, te excluye.

Castigo, ese puede ser de varias formas, depende la persona y la situación. Pueden dar un puñetazo sobre tu corazón y partirte  la vida en 44, pueden lanzarte del auto como si fueras un perro o pueden armarte un escándalo en la vía pública, acto llamado manipulación, para sentir que han ganado el conflicto.

Puede ser la indiferencia, te ignoran; eso es castigo más exclusión.

A todo esto podemos añadir la burla, se ríen de ti y de todo lo que piensas y representas, pero te usan para su pantomima. Para aparentar “algo” cuando ese algo les conviene.

Es una confusión extrema de valores y un desconocimiento de conceptos ya que a todo este conjunto inaceptable de situaciones anormales le llaman “AMOR”. Lo que debes aceptar como tal en virtud del sacrificio , del amor al prójimo y de un sin fin de estupideces que siguen datando de la época medieval o precolombina , depende el lado de la historia humana que más te guste.

Y si a ti ya te harto este periplo?

Si ya te cansaste, un agotamiento mental que va más allá del simple hecho de “estar cabreado”.

Te dicen los predicadores, laicos y consagrados, perdona!

Cuánto he de perdonar? Pues 70 veces 7.

Bien , ahí está el punto clave. 70 veces 7 es 490. Ni más, ni menos.

No more abuse.

Es lo que no consideran. Que por inercia si rebasas la cantidad, desparramas. Por ley  física- Matemática y por Ley de Dios, esa cantidad es exacta y no permite abusos.

Tomar por hábito tratar mal a alguien so pretexto de “amar a tu manera” es una estupidez, no es coherente, no tiene sentido.

Con dos dedos de inteligencia me rebelo y digo que no quiero, no acepto, no necesito ese tal “amor”, algo que hace daño, que perturba.

Así de este “amor a mi manera” surgen y con poder los hijos del nuevo milenio; cobijados bajo el amor de la demanda. Exigen pero no dan.

Y si algo dan creen que es mucho.

No conocen la gratitud, no entienden el respeto.

Pero los padres accedemos, con la mejor disposición para que los chicos sean felices. Negativo, como decía mi mamá, hacemos más mal que bien.

Santa Mónica, tan nombrada y venerada por muchos, es el claro ejemplo de la mujer que fue una madre innovadora; le cerró la puerta de la casa en la nariz del ahora venerado San Agustín. Allá él que tuvo que pasar hambre y frío hasta tomar conciencia, “darse cuenta” y despertar.

Aprendió a respetar a Dios, a él mismo y a sus padres.

Nadie da lo que no tiene. Aunque cause pesar y a veces tristeza, igual todo pasa, el hijo que no respeta a sus  padres se está faltando a él antes que a nadie. Eso le costará penas y extravíos. Tal vez sea su camino a recorrer hasta encontrar la flecha que le indique el regreso a casa.

Miedo, castigo y cargo de conciencia. En más de una, corregir al hijo nos hará sentir culpa. Mi consejo es “nada de culpas”. El padre o la madre no están aquí para ser “alcahuetes” de majaderías. Ser padre o ser madre no es decir a todo si. A veces hay que decir “no” es una palabra que en más de una ocasión se vuele necesaria. A veces puede dar un giro a “negociemos”. Aunque el ni el amor se exige, ni el respeto se negocia.

Todo depende del tema que se trate. En ocasiones hacer lo que hacía mi abuela también tiene efectos pedagógicos: mandaba a todos a la mierda.

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Existe por ahí un chiste que dice en pocas palabras lo que el machismo imperante en nuestra sociedad dictamina: ¿cuántas neuronas hay en el cerebro de una mujer? ¡Cuatro! Para las cuatro hornillas de la cocina.

Y luego de contar el chiste padres e hijos se ríen, jaja. ¡Qué buen chiste!

A mí me parece algo muy estúpido porque además de que la intención es desmerecer la capacidad de la mujer para hacer muchas más cosas que encender las hornillas de una cocina, desmerece una de las actividades más gratas para muchas mujeres, preparas una rica comida para su familia.

2 comentarios

  1. Que gusto leer tus articulos!
    Noto que algunos escriben bajo efectos negativos/resentimientos, Usteded tiene Calidad y Conocimiento!
    Un verdadero placer tener estos articulos!

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