¿Quién está detrás de los actos y comportamientos humanos? ¿Es verdad que soy dueño de lo qué hago, de cómo me comporto, en definitiva, en verdad soy dueño de mis actos? El tema es el destino o lo que está escrito desde hasta antes de nacer. Dios, los Dioses o el demonio o los demonios. ¡Qué vainas, las preguntas y las vagas respuestas.
Soy padre de una niña de dos años, se llama Kiki, mi kiki a quien tan dulcemente llamamos la Kikita. Tengo 54 años de edad y la vida me trajo este desafío, esta alegría indescriptible de ver crecer a mi hija. Lo considero un privilegio, una dispensa. Ella creciendo, quien escribe envejeciendo. Ella crece hacia arriba mientras me ve crecer hacia abajo, pero ambos bajo la misma ley del accidente, de las casualidades, de los cuidados, ambos igual tenemos que alimentarnos, descansar. ¿Qué será de ella? ¿Qué está siendo de mí? El de mi hija fue un embarazo duro, difícil, de alto riesgo, de sobrevivir cada día. Sobrevivió y hoy está con nosotros. Está en la vida, cuando llegó a casa me canta y me alardea. Me da sus quejas y se duerme entre mis brazos.
Antes de que nazca la Kiki, mi hijo mayor se fue. Ahora está ausente. Mi Kiki está presente. ¿Quién me trajo este juego? El hijo que se va y la hija que viene. El jardín que empezaba a marchitar floreció con orquídeas y flores de sol. Se va la tarde y nace la noche y luego la vida vuelve a nacer con el sol de la mañana. Es el encanto más grande de mi existencia: el sol de la mañana, brillante, caluroso, que mueve todo lo cierto y lo incierto: El padre Sol Invictos. Canta el gallo el nuevo día y toda la vida suelta todos los colores y sabores. Sol de esperanzas y poemas sin medida ni formas.
He entendido que sino hay miedo a la vida no temo a la muerte. También acepto que soy frágil, que no soy dueño de nada pero sí responsable de lo que hago, de lo que digo, de mis silencios. Algo viene, algo se va. Día a día, momento a momento mi necesidad busca. Instante tras instante mi necesidad quiere Ser. Me mueve mucho en mis actos El Cumplir. Cumplir con mis necesidades públicas, privadas, del bien y más allá del bien.
Para algunas de las preguntas aquí propuestas no tengo respuestas. No sé si la vida me alcance para alcanzarlas o que me sean dadas escucharlas y llevarlas a mi corazón. He experimentado el pensar mecánico de mi pensamiento, que se repite y da vueltas sobre lo mismo y ante lo mismo. Siento que en mi sentimiento soy nuevo y experimento la novedad. Oro por soltar y sanar. Soy tan pequeño, tan insignificante que sólo anhelo la armonía y la solución de nuestros problemas, quizás recibir las cosas tal como vienen y esperar la bendición de lo santo, lo fuerte y lo inmortal en ayuda ante mi agotamiento.
He decidido construir una pared para llegar a lo alto, ese es mi altar. En la pared la puerta, la abro y no importa lo que pase, lo que suceda, lo que encuentre, hay que aprender a mantener este deseo desprovisto de violencia y enojo. Dios es misericordioso, vivir es bueno, quizás haya un plan, un propósito. Aquí todos soñamos, padecemos, la alegría, la sazón. La paz es el camino.
(Dedicado a mi amigo Juan José Hidalgo, luchador y promotor de la paz)