Podría sonar un tanto prematuro el ir pensando en quienes serán los principales actores políticos que estarán en la contienda electoral de febrero del 2017, pero la dispersión de los grupos y la cantidad de caras que aspirarían a la Presidencia, tornan el panorama muy confuso.
Por el lado del Oficialismo – País, su máximo líder insiste en no reelegirse; pero ha permitido la especulación con el adefesioso proyecto de recoger firmas y que el Tribunal Constitucional como organismo de última instancia declare inconstitucional la enmienda de reelección. Disparos al aire para distraer atención.
La oposición dispersa y con sólo dos candidatos visibles, busca integrarse bajo una sola figura sin conseguirlo. Las ambiciones prevalecen, ante todo. El país importa poco. El tiempo les va quedando corto, pero juega a su favor el deterioro económico y la corrupción que cada día es mayor.
Es necesario que los ecuatorianos se vayan definiendo. 10 años de Correismo lo mantienen en una especie de letargo del cual debe sacudirse so-pena de caer en el mismo error; irrita palpar un quemeimportismo cuya única explicación es el esperar la salida democrática, pero mientras tanto el país se deteriora.
Las encuestas revelan que la preocupación de los ecuatorianos está por el lado económico y por la falta de empleo. La definición tendrá que ver necesariamente con la reactivación económica, la disminución del desempleo y la lucha frontal contra la delincuencia y el narcotráfico