No podemos desconocer que la tendencia política actual en general es hacia el abandono de lo que algunos llamaron socialismo del siglo XXI, quizás pretendiendo darle un aire de frescura al socialismo de Marx que ya en el mundo nadie aplica. Es decir, quisieron hacer algo muy parecido a las actualizaciones de programas que hacen los celulares de manera rutinaria para mantenerlos operando de forma adecuada; sin embargo, en este caso parece que se les inhibió el aparato.
El primero en anunciar varios años atrás la intención de implementar este concepto “novedoso” fue Venezuela, durante el gobierno del fallecido Hugo Chávez. Luego, con una reacción en cadena arrancaron a rodar como trencito en fiesta otros países como Nicaragua, Bolivia y Ecuador. Obviamente, cada uno comenzó a aplicar el concepto a su manera, tratando de adaptar el modelo, al puro estilo Frankenstein, poniendo y sacando lo que para cada gobernante convenía a los intereses y realidades de sus países. Esto parece que no va más. Los gritos de una oposición creciente y multitudinaria como la de Venezuela, demarcan con mayor intensidad el inicio de una nueva tendencia. Los ciudadanos, independientemente del país que sean, se cansan, no resisten la opresión, el sobrecontrol, el abuso de la autoridad, las restricciones de todo tipo que los llevan incluso a no tener una vida digna. Por esto se revelan y optan por escuchar nuevos vientos, con la esperanza de que traigan renovación y crecimiento sostenible.
El poder político no es perpetuo, si eso es lo que algún gobernante pretende, es mejor que se quite la careta de la democracia y se ponga la que le corresponde: “dictadura”. No se debe gobernar con amenazas, abusos, tratando de sembrar el miedo, coartando libertades; al final no ganarán respeto alguno, por el contrario, se convertirán en seres despreciados por la mayoría, que algún día los sacará de su reducto sin pena ni gloria.
Esperemos que estos cambios traigan renovación y fortaleza, con todo el empuje que necesitamos para levantar nuestro país.
tristemente muy cierto, seguimos siendo en américa del sur un globo de ensayo