A Hace pocos días alguien le pregunto al candidato Lasso si sabía cuánto cuesta el litro de leche. En respuesta el candidato evidenció que no conocía el valor actual en el mercado del determinado producto. Ahora se pretende hacer todo un escándalo ante tal respuesta. Pregunto: ¿De qué nos sirve qué un líder político nacional candidato presidencial ya sea Lasso u otro que esté propuesto sepa o no el precio del litro de leche, del arroz, del azúcar? ¿Para qué sirve? Para qué queremos que sea como nosotros, quienes vivimos entre las estrecheces y la incertidumbre. Acaso no deseamos un líder que nos traiga soluciones, respeto a los demás y que no quiera fundar de nuevo la patria, ya fundada una y mil veces en palabras y olvidada en realizaciones. Es como preguntarle a un empresario, generador de riqueza y empleo, cuánto cuesta el saco de papa; lo importante en él es que genera empleo, producir riqueza, no cosas mínimas que no cambian la realidad. ¿Qué tal o cuál candidato no sepa el precio de la libra de mellocos o cuantos verdes nos dan por un dólar, para qué sirve eso. Esos conocimientos no sirven para gran cosa, ahí estamos orientando y satisfaciendo una discusión hacia lo intrascendente, banal, lo fatuo.
Ese no es saber el conocimiento que deben exhibir los candidatos ni las preguntas que los ciudadanos debemos dirigirles. Lo que queremos escuchar de los distintos candidatos se refiere sobre la realidad y el futuro. La realidad se cambia creando empleo, generando riqueza, confianza para que haya desarrollo, producción. ¿Cómo va a dar trabajo? Cómo va a atraer capitales para construir una sociedad fuerte, decidida a ser competitiva y que genere felicidad.
Tenemos derecho, todo el derecho a que nuestros nuevos gobernantes nos digan sí la felicidad es una meta que nos proponen a los ecuatorianos. La pregunta fundamental es “cómo” no es cuánto cuesta ahora la libra de chochos, al responder el precio de los chochos o de la amargura, están creando una ficción de respuestas que no los van a aterrizar en tratar la problemática actual con objetividad y certezas.
Toda la situación que vivimos alienta una gran desesperanza y desanimo. Hay negatividad en el aire hasta en el agua. ¿Cómo nos va a levantar el ánimo? La discusión no es otra revolución de palabras y poesías, sino la revolución de la riqueza. Generar riquezas, crear empleo y trabajo, sostenimiento y mantenimiento de la dolarización. Continuar con la explotación responsable de la nueva riqueza petrolera, la gratuidad de la educación, etc. El tema actual es la confianza.
Cuidado y la discusión se nos pierde en vacilaciones y vanidades y le hacemos el juego a la pobreza y no exigimos a nuestros próximos gobernantes propuestas claras, verídicas, firmes y fuertes que nos traigan soluciones y no discursos de la patria que se quedó grande en palabras y chica frente a los desafíos de desarrollo y progreso.