24 noviembre, 2024

Plebiscito

El 2 de octubre los colombianos votarán por aceptar o no el acuerdo de paz con sus guerrillas.

Los colombianos son, como ellos mismos dicen, tan “queridos”, pero al mismo tiempo tienen una tradición de violencia plasmada en guerrilla y en delincuencia, sazonada con droga. Triste e incomprensible carga para un país que tiene tanto. Un país tan hermoso, tan amable, tan acogedor en que vivimos recién casados por tres muy felices años.

Los esfuerzos de presidentes anteriores de terminar la guerrilla con la acción de las FFAA no dio resultado. Quizás porque las FFAA no estaban capacitadas para ello, o porque no les dieron la suficiente mano libre, quizás por la presión de los que abogan por derechos humanos. La estrategia Uribe fracasó. Su mano ejecutora era justamente  el que es hoy Presidente de Colombia y promueve la paz.

En otras naciones latinoamericanas, tales como Argentina, Uruguay y Brasil, la guerrilla fue destruida sin contemplaciones, con brutalidad extrema dirían algunos, con sentido de patria otros. En la Argentina expresidentes morirán en la cárcel por ello. En Vietnam la guerrilla llevó a los EEUU a retirarse del país y entregarlo a sus adversarios, porque no estuvo dispuesto a las acciones que hubiesen sido necesarias y que tal vez no hubieren funcionado. La guerrilla rural es casi imposible de destruir, el enemigo pasa a ser un campesino más, un árbol más.

En cualquier caso en Colombia la estrategia de la guerra liderada por Uribe desde la Presidencia fracasó. La estrategia de la paz, liderada por Santos, está por verse si funciona. Leyendo los acuerdos de paz uno no puede menos que sentir rechazo a que guerrilleros, léase todas las cosas que han sido, reciban tantos beneficios, como el hijo pródigo que regresa a casa. En cualquier caso eso es lo que el Presidente Santos negoció y acordó.

Hoy los colombianos tienen dos alternativas,  rechazar el acuerdo y volver a la lucha armada, a la guerra civil no declarada, o aceptar el acuerdo de paz con todas sus agobiadoras claudicaciones. No hay otra alternativa. Criticar el acuerdo y soñar que hubiese sido otro es agua derramada.

Por lo único que podemos orar en este momento es que la decisión colombiana no sea ajustada, dividiendo al país, sino sea, en la dirección que sea, lo más amplia posible, para que la guerra y la paz tengan un apoyo mayoritario. Finalmente, debemos orar porque los políticos bajen la cabeza ante esa decisión, se traguen su orgullo o su angustia, y trabajen para ella, no la vean como bandera electoral.

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1 comentario

  1. Sabia opinión señor Joaquin. Debemos orar para que Dios quebrante mentes y corazones de los encargados y obren de la mejor manera posible, no claudicar ante tanta corrupción.

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