Conforme nos acercamos a la finalización del gobierno correista el inventario para establecer la herencia que se deja para la posteridad pinta terrible. Son diez años y el país cambió.
Lo primero fue el cambio de la Constitución; resultó un mamotreto manoseado y estrujado al antojo del gobernante. Las Reformas calificadas de Enmiendas son la mejor prueba.
El fomento del odio y las diferencias sociales un legado difícil de superar. Los insultos y calificativos el plato fuerte de las sabatinas. Pelucones y aniñaditos, unidos a quienes no apoyan el Socialismo del Siglo XXI, son detractores.
El derroche en obras faraónicas como carreteras, hospitales, aeropuertos, escuelas, etc., la carta de presentación al pueblo durante los 9 años.
La restructuración judicial y la metida de mano en la justicia, se palpa en fallos. El control las Funciones del Estado, autoritarismo.
Disponer de los dineros de la seguridad social, de maestros y militares cubre las deficiencias económicas. El endeudamiento será impagable.
Silenciar a la prensa, atemorizar a editorialistas, fomentar la corrupción y la impunidad, es parte del modelo.
La crisis económica agudiza el desempleo, aumenta la delincuencia y el tráfico de drogas.
Las empresas cierran ante la falta de ventas y el encarecimiento de los costos de producción.
La herencia que se deja al próximo gobierno será inmanejable; y el detonante de una posible explosión social.
Se distrae al país con circo y bravuconadas. Se divide a las FF.AA. y se discute sobre el valor del honor de los revolucionarios.