“Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla”. Art.1 CDI.
¡Tantos atracos políticos! ¡Tantos chantajes y mentiras en nombre del pueblo! ¡Tanta miseria humana, dizque, para terminar con la miseria social! Sí, aceptemos o no, así ha venido revolcándose Latinoamérica, entre la manipulación del crimen, el cinismo y el desprecio… ¿Gobernantes? Algunos. ¿Estadistas? Muy pocos. ¿Farsantes y mafiosos? La gran mayoría. Razones por demás poderosas para tratar de evitar que siga, y cada vez con más impudicia, la destrucción de nuestras repúblicas, al vivir en sociedades con democracias fallidas. Democracias del voto, por clientelismo de partidos obcecados en el poder del dinero, hacia la arbitrariedad sinónimo siempre de injusticia. ¿Cambiará está injuria histórica? ¿Cuándo? ¿Cómo? Entre tanto la Carta Democrática Interamericana es un intento, por así decirlo, para enderezar los cauces de la administración pública forzados contra su equilibrio… Equilibrio político, jurídico, social.
Cuando el 11 de septiembre de 2001 es aprobada la Carta por la sesión plenaria de la Asamblea General de la OEA, en Perú, la dictadura de Pinochet había terminado hacía 12 años y apenas unos pocos meses Fujimori, en el mismo Perú, había sido destituido al declararse dictador. El ambiente inestable, en este tenor, por el populismo vario pinto olfateando, como que volvía propicio y, prácticamente, deseable rebautizar a OEA. Propiciar nuevos despertares, a favor de la solidaridad americana. Solidaridad que, en buenas migas, no es otra cosa que la vivencia social de sus pueblos, en la libertad de una democracia en plenitud. Algo muy complejo, quizás. Pero, sin duda, muy necesario de plantearlo. El primer Considerando es claro, al respecto… Pues “reconoce que la democracia representativa es indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región…”. E insiste que hay que promoverla y consolidarla pero “dentro del principio de no intervención”.
Es importante, por eso, establecer que la defensa de la democracia, en su esencialidad, consiste en procurar que cada ciudadano mantenga en sociedad una identidad propia. En libertad. Sin miedo, En un entorno de justicia real. Es el cumplimiento, obligatorio por compromiso de gobernabilidad, para los estados americanos, de los derechos individuales y garantías constitucionales. Declarados ya desde hace tantos años, pero que, ahora, incluso, es necesario que los gobiernos los promuevan y defiendan. Una responsabilidad socio política que implica no atentar contra la democracia bajo ningún aspecto. Con más exactitud, generar un clima social de independencia institucional, entre los distintos organismos y funciones estatales. Hay que evitar, así, injerencias de manipulación que niegan la existencia de un estado de derecho. Pues sin estado de derecho no hay libertad. Sin libertad no hay democracia. Y sin democracia no hay desarrollo creativo social…
Pero todo reside, para el cumplimiento de estas declaraciones, que el Artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana sea cumplido por los países integrantes. En otras palabras, al alterarse la democracia por conculcar los derechos y garantías en un país, éste puede ser suspendido, de la OEA, hasta que todo vuelva a la normalidad. ¿Injerencia política interna? ¿Golpe de estado? ¿Defensa de la vida social de los ciudadanos? ¿Incentivo para una mejor gobernabilidad? ¿Fortalecimiento del estado de derecho? En todo caso, advertencia de respeto a la sociedad civil. Constancia de que los gobiernos solo son puentes en el proyecto que los ciudadanos tienen de sus vidas, para una existencia digna en sus gestión de solidaridad humana…
LA SOCIEDAD PROTECTORA DE ANIMALES CUMPLE MEJOR CON ESTOS QUE LA ONU, OEA Y OTROS ORGANISMOS CON LOS CIUDADANOS DE SIRIA,LIBIA, CUBA, ECUADOR Y VENEZUELA. YA NO SIRVEN PARA NADA, SOLO ECHAN CUENTOS PARA COBRAR SUS SUELDOS.
Están en lo cierto. Actualmente, ¿De que derecho a la democracia estamos hablando?
Es una parodia departe de los gobernantes . ¿Derecho a qué?
Diariamente vemos menospreciados nuestros derechos constitucionales.
Sólo nos queda no estar supeditados a los gobernantes, sino ala misericordia de Dios.
Claro está que debemos dar nuestro grito de protesta a pesar de que no tengamos libertad de expresión.