Los mandos y los miembros de las FF.AA. deben ser fieles a su misión constitucional, para servir así al ideal democrático y evitar por todos los medios las provocaciones y que la Institución se politice, conduciéndola a una acción peligrosa para el mantenimiento de la democracia. Los asuntos políticos es tarea extraña a la institución militar que debe estar subordinada al poder político, legalmente constituido, de las autoridades que el pueblo eligió libremente en las urnas. Pero jamás alineadas al proyecto político del gobierno de turno.
La no deliberación se refiere a asuntos que no son de su competencia, salvo en los problemas de la seguridad nacional para cuyos efectos existen las FF.AA. En esta materia es absolutamente necesario que sean deliberantes sin que, por ello, deje de ser el Jefe de Estado quien tome las decisiones.
La organización, el profesionalismo, el sentido democrático de nuestras FF.AA, y su composición social tiene como base principal los sectores medios y populares. Unidos estos dos factores fundamentales -historia y composición social-, la aseveración difundida en el país de que las FF.AA. han cumplido su sagrada misión en la guerra y en la paz, es real. Esto explica por qué las Fuerzas Armadas junto a la Iglesia Católica son las dos instituciones de mayor confianza y credibilidad del país.
El marginamiento obligado de la militancia política de los militares en servicio activo, no debe interpretarse en el sentido que permanecen ajenos a la situación política y social del pueblo. El militar no puede ignorar la situación política de su patria ni el eventual peligro de ciertas doctrinas que se quieran implantar y que atenten contra el mantenimiento de la estabilidad social, económica, de la democracia, de las libertades y de las tradiciones históricas castrenses. El militar tiene el derecho y el deber de estar permanentemente atento a lo que sucede en su patria en su calidad de militar y ciudadano.
Los enfrentamientos provocados por el gobierno en contra de las FF.AA. han sido recurrentes y han tenido varios episodios que desgraciadamente han ido escalando. Los fallos de los Consejos de Disciplina de no sancionar a los oficiales de la Marina -uno de los últimos- han tensado peligrosamente la cuerda de la relación Correa-militares.
Una jueza, a más de anular el fallo de uno de los Consejos de Disciplina, dispuso en forma insólita, apartándose de su ámbito, que se “capacite a las FF.AA en el conocimiento de los derechos constitucionales”.
Frente a esta encrucijada, vale la pena recurrir al filósofo austriaco Karl Popper (1902-1994) que planteaba una interrogante: “¿En cómo cambiar un mal gobernante que habiendo sido elegido democráticamente, hace uso del poder para destruir la democracia. Esto es, cómo en democracia se puede salvar la democracia, sin la necesidad de recurrir a los militares?”.
Quien le pone los cascabeles al gato…
Cuando las instituciones democraticas tienen caracter y vigencia la interrogante de Karl Popper tiene su respuesta clara en las leyes.
Caso contrario invocaria el slogan de los chilenos, que dice «por la razon o la fuerza.» total el orden democratico va a ser violado, primero por el mandante de marras de la republica de papel.