Uno de los aspectos mas interesantes para practicar en la vida es la observación. Aprender a observar te da pautas importantes sobre las personas con las que tratas y sobre las circunstancias que vives.
Observando el comportamiento humano algo que me llama la atención es el deseo de la inmediatez.
Voy a poner ejemplos para entender mejor lo que expreso.
Llega un mensajero a la casa y toca el timbre, como no le atienden al momento (al minuto) toca “durísimo” la puerta, tal parece que va a anunciar la llegada de la guerra o del fin del mundo.
Como me ha tomado unos minutos bajar del segundo piso y avanzar hasta la puerta para atenderlo, he escuchado el timbre y los golpes, abro la puerta y le digo: -para qué golpea así la puerta? ¿no le bastó con tocar el timbre?
A lo que el señor responde: -es qué pensé que no valía-
Pero lo tocó una vez-dije yo- ya venía a atenderlo-
-Pensé que no lo había escuchado porque nadie abría- dijo él.
-¿Usted cree que soy la mujer flash? – comenté, mientras despachaba al hombre.
Otro ejemplo: me he sentado a trabajar, a escribir mis artículos en la computadora; luego realicé algunas actividades como revisar mi agenda del día, y otras cosas en mi casa. Han pasado unas dos horas desde la última vez que revisé el celular. Tengo seis mensajes de una persona que dice: ¡Hola! ¡Hey! ¡amiga! Te estoy llamando… etc.
Las personas piensan o ya han asumido que el celular es una especie de apéndice del cuerpo humano, al cual debemos volver una y otra vez, cada segundo. El celular es una herramienta de comunicación y otros servicios, que debe ser utilizado con racionalidad y racionamiento coherente dentro de nuestras actividades diarias.
El asunto es que la gente esta impaciente, quieren respuestas inmediatas.
Me van a perdonar la falta de delicadeza, pero hay personas que van como los burros, de largo; como no saben pensar, no lo hacen; están en lo suyo y no existe para ellos un “los demás”. Cada persona tiene sus actividades, todas importantes en la medida de cada uno, y eso hay que respetar.
Estamos mal acostumbrándonos a la inmediatez, todo rápido, todo enseguida. Desde la comida rápida, las relaciones rápidas, las respuestas rápidas, las soluciones rápidas. La impaciencia nos consume e incita a la falta de respeto por las otras personas. En la Biblia, en el Eclesiastés dice: “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: un tiempo para nacer, y un tiempo para morir; un tiempo para plantar, y un tiempo para cosechar; un tiempo para matar, y un tiempo para sanar; un tiempo para destruir, y un tiempo para construir; un tiempo para llorar, y un tiempo para reír; un tiempo para estar de luto, y un tiempo para saltar de gusto;
un tiempo para esparcir piedras, y un tiempo para recogerlas;
un tiempo para abrazarse, y un tiempo para despedirse; un tiempo para intentar, y un tiempo para desistir; un tiempo para guardar, y un tiempo para desechar; un tiempo para rasgar, y un tiempo para coser; un tiempo para callar, y un tiempo para hablar;
un tiempo para amar, y un tiempo para odiar; un tiempo para la guerra,
y un tiempo para la paz…”
De nada sirve afanarse. Es lo que intento explicarle al señor que quiere tumbar la puerta cuando no lo atienden inmediatamente, o a la señora que piensa que el celular es un apéndice de mi cuerpo; pero no me entienden y creen que soy yo la desubicada… aquí debería ir una expresión de sarcasmo, de esos emoticones tan populares actualmente, ya que no se que mas hacer al respecto.
En la vida diaria para tener paciencia hay una esencia de Bach que es de mucha ayuda: IMPATIENS.
Cuando todo lo quiero “para ayer”; cuando mi mente solo piensa en lo que será, en el mañana; veloz y eficiente o muy lento, fuera de ritmo.
Cuando no respetas el ritmo de los demás. IMPATIENS ayuda despertar la comprensión de los ritmos y los procesos, facilitando así las relaciones interpersonales.
Quisiera que el mensajero y mi amiga tuvieran la oportunidad de leer este mensaje, no se si lo harán, pero si tu que lo lees estás de acuerdo conmigo, puedes hacer un gran favor y difundirlo.
Recuerda: de nada vale afanarse.
Cuanta razón Dra. Arteaga. El comportamiento social actual es inmediato. Una anécdota al respecto: uno de mis nietos me comentó que la misa le aburría, yo le pregunté que por qué pensaba así y me contestó que no pasaba nada, que solo había que rezar lo mismo, arrodillarse, pararse o sentarse y que todo era muy lento. La gente actualmente es inmediatista, todo al instante, basta con observar la impaciencia de la gente cuando tienen que hacer una cola en el banco o en la parada del autobús. Creo que la vida hay que vivirla, disfrutarla mientras dure porque no es eterna.