21 noviembre, 2024

Compartir

A menudo escuchamos a padres, madres y adultos en general advertir a los niños que deben compartir. No estoy exactamente de acuerdo con ellos, por lo que me gustaría explicar mi desacuerdo.

Pedrito recibe para su cumpleaños el regalo que siempre ha soñado y que lleva meses pidiendo, y cuando lo recibe el hermanito menor también quiere jugar con él. ¿Qué le dice la mamá?: “Pedrito, comparte”. Que el hermanito menor termine acaparando o dañando el juguete no importa, lo importante parece el forzar a compartir.

¿Es eso bueno para preparar a nuestros hijos para el camino de la vida? No lo creo, porque el camino de la vida no es compartir, el camino de la vida es luchar por lo que uno quiere, sin pisar al resto, pero sí defendiendo lo que uno ha conseguido. Estoy de acuerdo que uno tiene que ser generoso y que si el esfuerzo o el destino me han dado mucho dinero y prosperidad debo ayudar con ellos al resto. Ayudarlos a que con trabajo y esfuerzo ellos también lo puedan tener.

Eso de compartir me trae a la mente la Unión Soviética, donde todo era compartido y donde todo era de todos. ¿A qué llevaba eso?, a que nadie realmente buscase esforzarse para tener algo, porque sabía que iba a tener que compartirlo con el que no había trabajado para ello. Esa sociedad colapsó porque no se sustentaba en la naturaleza humana, ni en la realidad. Puede que esa realidad no nos guste, pero es la realidad en que nuestros hijos vivirán.

Estoy seguro que algunos se escandalizarán ante estos comentarios. Les pregunto: ustedes tienen un carro, ¿por qué no lo comparten con su vecino que no lo tiene?; tienen una casa muy bonita, ¿por qué no la comparten con la empleada doméstica o con el chofer?; tienen un vestido que les costó mucho dinero y les queda muy bien, ¿por qué no lo comparten con la que con las justas tiene para comprarse un pantalón viejo? Seamos francos, no lo hacemos. Somos generosos en otras formas, no compartiendo lo que tenemos. Enseñemos a nuestros hijos a ser generosos en formas aplicables a la sociedad en que les va a tocar vivir, dando tiempo, dinero y consejo, no en base a un “compartir” que no es.

Si será así cuando nuestros hijos sean adultos, ¿qué les estamos enseñando?: a compartir lo que no quieren compartir, inclusive lo que sabemos no es justo que compartan, estamos enseñándoles a vivir en un mundo que no existe. Más aún, estamos enseñándoles a que trabajar para tener algo puede ser hasta negativo porque va a ser de todos.

Cuando Pedrito recibe su regalo tenemos que decirle que lo cuide para que le dure mucho tiempo y aprenda a cuidar las cosas suyas. A su hermanito que se desgañita llorando tenemos que decirle que espere a su cumpleaños para que él también tenga el juguete que quiera. Si Pedrito, de buena gana, le presta el juguete a su hermanito, decisión de Pedrito, no está ni bien, ni mal, pero no podemos, para evitar los gritos y las molestias del lloro del más pequeño sacrificar al mayor, preparándolo para un mundo que no existe.

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1 comentario

  1. El compartir va ligado a la generosidad humana, es bueno en la medida de una convivencia humana se crea lazos de comunidad y se acrecientan los valores interpersonales.
    Pero el de saber luchar por conseguir metas que te fijas en tu vida es destino y derecho de cada ser humano no quiero tocar lo material quiero irme a otros valores morales e intelectuales Que forman parte de esta vida de lucha y esta se logra en el dia a dia.
    El ser generoso o compartir esta a la medida en que pueda hacerlo tambien uno tiene que dejar lecciones de vida

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