La próxima elección

No será un fastuoso acto democrático que demostrará los mejores ciudadanos que tenemos en el país.

Tampoco será un evento lleno de un excelso patriotismo participativo, llevado en nuestra pequeña república.

Será una específica reactivación económica que se dará a través de las empresas electorales que se han montado para ello.

Hay candidatos inexplicables, que si contemplaran sus verdaderas posibilidades electorales por el uso simple del sentido común, no participarían en la contienda.

Sin embargo lo hacen y se presentan en todas partes, como una estrategia deliberada para poder gastar algo de lo que reciben del tribunal electoral y así justificar el dinero recibido.

Hay otros que se meten como candidatos a esta elección por vanidad.

Realmente son seudo políticos endiosados a sí mismos, que necesitan de la pompa y el adulo  para reafirmar su propia identidad.

Detrás de todo esto hay un negocio lucrativo para los mismos avispados que desde siempre hacen millonadas de dinero en estos eventos electorales.

Traslados en carro, avión o helicóptero, hotelería, camisetas, gorras, tarimas, comida, alquiler de equipos de sonido, grupos musicales, propaganda en radio, periódicos y tv, afiches, banderas, concentraciones, etc. son solo algunas de las muchas formas de hacer dinero en esta campaña.

Hay líderes barriales que se alquilan y alquilan a su gente para llenar una concentración.

Por algo de dinero, una buseta, cola, sánduche y camiseta o gorra, llevan a cualquier concentración a  “su gente” para que griten las consignas que el candidato que los contrate  desee.

Las mismas empresas encuestadoras viven de las presentaciones que hacen sobre las posibilidades de los candidatos y generalmente favorecen a quienes los contratan y desfavorecen a sus opositores.

Estas empresas que “adivinan el futuro” lo que realmente hacen es manipular la intención del voto ciudadano, generando expectativas favorables para los candidatos que los han contratado.

En nuestro país el voto ciudadano es emotivo.

Carecemos de ideología política y nadie ha leído los programas de gobierno de ningún candidato.

Votamos por lo que nos promete o contra quién pelea.

No pensamos en nuestro país, sino en lo que más nos conviene a nosotros.

La semana pasada leí una encuesta que me horrorizó.

Fue hecha a nivel nacional y solo contenía dos preguntas: 1) ¿Sabe usted quién es el campeón nacional de fútbol?

2) ¿Sabe usted a quién acusan de corrupto en el escándalo de Petroecuador?

El 99.6 % dijo que Barcelona.

El 12 % dijo que sabía del escándalo, pero no sabía el nombre.

Tenemos una cultura futbolera; carecemos de ideología política.

La gente común sabe el nombre, puesto, estatura, peso y medidas de todos los jugadores de Barcelona, pero desconoce el nombre de quién era el presidente de Petroecuador y mucho menos sabe el nombre del ministro de finanzas o de energía.

Por esa razón el voto es manipulable.

Por esa razón nos equivocamos tanto al elegir.

Estamos preocupados por saber cuáles serán los refuerzos contratados de Barcelona para este año, pero desconocemos quiénes serán los candidatos ecuatorianos para que nos gobiernen este año.

Tenemos lo que nos merecemos.

Elegimos a quienes nos representan lo que somos.