Que de bueno dejó el año que hace poco feneció, sinceramente no lo sé, a menos que sean barcelonistas de corazón como yo, creo que el año pasado me queda debiendo mucho y aunque quiero ser optimista, no le veo el ángulo para poder decir “estoy satisfecho del año 2016”.
Un Ecuador sumido en la podredumbre más nauseabunda, por las continuas denuncias de corrupción, pero como fueron “presuntamente” cometidas por la banda de intocables, una vez más quedarán en la impunidad y más bien los pájaros dispararan a las escopetas y quienes con valentía se convierten en denunciantes, prontamente y a la voz de una sabatina, el lunes siguiente serán enjuiciados penalmente por el grave delito de decir la verdad en este país.
Un año que pasó, donde nuestros débiles bolsillos se convirtieron en escuálidos porque políticas desorientadas nos llevaron a la quiebra, cuando gozaron de más de un lustro de los precios más altos de las historia del petróleo, pero fueron tan torpes e irresponsables, que en vez de ahorrar para tiempo de vacas flacas, dilapidaron las recaudaciones y nos tienen prendados a los chinos con protervos intereses e intereses chulqueros hasta la siguiente generación.
Pero no todo está perdido amigos, recibo el año 2017 con beneplácito, porque se nos da la oportunidad democrática de castigar con nuestro voto a los causantes de la década perdida, a quienes a nombre de una falsa revolución, se llenaron los bolsillos de nuestro dinero y coparon de una manera despreciable y arbitraria todos los poderes del Estado en su beneficio.
A ellos queridos lectores, démosle una Gran Yuca, este 19 de febrero, votemos con conciencia y de una manera muy responsable, hagámosle saber que el pueblo no es tonto, que si se dejó embaucar por los cantos de las sirenas revolucionarias del siglo 21 por buscar un supuesto cambio timón, ahora iremos por el verdadero cambio por el progreso y desarrollo de nuestro querido País, el Cambio Positivo.
Y ahora mi querido amigo por quien votar, tanto valen los unos como los otros y que difícil cambiar la mentalidad corrupta especialmente de los que quieren el poder.