En las campañas electorales vale todo. Por lo menos eso es lo que piensan algunos desadaptados que compiten para la Presidencia. Se sirven de todo tipo de artimañas y mentiras con el fin de desacreditar al contrincante.
En nuestro pobre y maltratado país los aspirantes suman nada menos que ocho. Se está entrando en una campaña sucia. Se juega con la honestidad, la moral y la calumnia de una forma increíble.
Los actos de corrupción cometidos en la década del correismo son desmentidos burdamente por aquellos personajes cuyos nombres hoy figuran en listados de paraísos fiscales.
No tienen sangre en la cara. Los mismos que alcahuetearon el festín son ahora los grandes defensores y salen en Medios tergiversando las denuncias y proponiendo hasta meter la mano al fuego por sus apadrinados.
Por twitter, whatsaap y otras redes se están hackeando las cuentas de ciertos candidatos. Versiones falsas contienen datos e imágenes obscenas. Cifras con negociados y cohechos ponen los pelos de punta ante tanta ratería.
El todo vale está llevando la campaña política a utilizar términos que el pueblo rechaza. El correísmo impulsó la división y la humillación como bandera de lucha, los resultados están a la vista.
La Iglesia viene solicitando reflexión antes de acudir a las urnas, e invita a parar la confrontación. Considera necesario un auténtico diálogo social que resuelva los conflictos pese a las diferencias.