“¡Campaña PAra YA terminar con la revolución!” Así de simple pero consistente suena el tema. No es para menos, la andanada de denuncias vía videos está imparable. Cada uno de los personajes que han estado cerca del torbellino de Petroecuador deben estar esperando su turno para ser nombrados y embarcados por Capaya. ¡Cuidado salen con que esta boca no es mía! Ni que “la carga de la prueba está en quien denuncia”. Tenemos nombres, apellidos, cargos y hechos narrados con detalle.
Tengo la certeza de que con el paso de los días se agregarán muchos más. Y me imagino las conversaciones y especulaciones que se deben generar al interior del grupo de los escogidos a raíz de cada video que se libera.
Es como estar viendo a “algunitos” especulando en qué momento los nombran: “ya mismo hasta dice con quién me reuní, quizás se le salga lo que hablamos y acordamos entre tantas cosas más”.
Y como se dice en el argot internáutico, se hacen virales estas intervenciones y denuncias por redes sociales. ¿Quién será el próximo? Pronto lo sabremos.
Les anticipé en mi artículo anterior que este tema no iba a parar y que por el contrario, ganaría cuerpo con el paso de los días. Esto lo van a mantener muy fresco para el día de las elecciones.
Ahora esperemos que al pueblo, ese gran grupo que pone presidentes, le interese lo que se denuncia y tome conciencia. El binomio del partido de Gobierno no termina de explicar el primer video y ya le han sacado varios más y así seguirán sin parar.
El nivel de contaminación parecería importante y no solo ocurriría en el Ecuador, la región luce tremendamente afectada por un nivel de corrupción de proporciones preocupantes.
¿Y la segunda vuelta? ¿Quiénes? No se me ocurre, sin embargo creo que sería lo más sano para el país. Le corresponde a los partidos políticos hacer una buena difusión de sus ideas, sacar a la luz pública cualquier acto de corrupción que conozcan, desenmascarar a los responsables y lo más importante: para el día de las elecciones, cuidar cada voto en las urnas, pues es ahí donde se decide su destino y el nuestro.