“Un fascista es uno cuyo anhelo para el dinero o el poder se combina con tal intensidad de intolerancia hacia los de otras razas, partidos, clases, religiones, culturas, regiones o naciones que lo hace despiadado en la práctica de la falsedad o de la violencia para alcanzar sus objetivos”. Henry A. Wallace.
Tenemos en la reflexión de Henry A. Vallace que antecede a este artículo, la definición más cercana a la realidad de los que vivimos en países gobernados por el socialismo del siglo XXI como Venezuela, Ecuador y otros, asi como los que viven bajo el comunismo como Cuba, Corea del Norte y más, y los que están bajo regímenes totalitarios en otros varios países y continentes.
Estos gobiernos y sus líderes se consideran perfectos superiores y es tal su soberbia que creen que van a durar para siempre.
No saben leer ni verse en el espejo de la historia, y por ello el título de esta reflexión trae el mensaje de un pueblo cansado del abuso de la gigantesca corrupción que ha destrozado países, las muertes de inocentes, las persecuciones y prisiones, las leyes dictadas en su beneficio y conveniencia y todo lo que cada lector puede añadir, como el control de todos los poderes.
Aquí cabe reflexionar sobre la frase: “El furor de la intolerancia es el más loco y peligroso de los vicios porque se disfraza con la apariencia de la virtud”. Robert Southey.
Estos saqueadores pretenden hablar de honestidad y capacidad, lo único cierto es que el pueblo se cansó, y más del 60% de la población en el Ecuador rechaza a este gobierno del socialismo del siglo XXI que no va más.
Estos individuos pretenden darle al pueblo normas de conducta, moral y de virtudes que carecen. Son pésimos ejemplos para la ciudadanía y las nuevas generaciones a las que han seducido y lavado el cerebro para que sean sus dóciles borregos, para que sigan sus consignas y se conviertan en instrumentos de sus nefastos objetivos.
Brasil y Argentina ya lograron liberarse del socialismo del siglo XXI y esperamos que el Ecuador obtenga su libertad lo antes posible.
Concluiré con la frase: “No hay en el mundo un mentiroso tan perfecto que pueda decir una mentira perfecta”. Arturo Graf.
La gran mentira quedó evidenciada y los mentirosos deben ir a prisión por todos sus actos de corrupción y más.