Me permito transcribir algunos párrafos del libro El Estado megalómano de Jean-Francais Revel –escrito durante el Socialismo francés del siglo pasado, para que quien lo lea haga sus propios juicios.
Lily Pilataxi de Arenas
Pág. 87
“…¿Cómo es posible no ver que asistimos la misma eterna alternativa, tan quimérica de privar a la sociedad civil del derecho de la iniciativa económica sin que ello implique caer en el capitalismo del estado? Por eso es importante discernir, rasgando la cortina de argumentos económicos y sociales, más o menos sólidos y a veces engañosos, la verdadera razón que hay detrás de las nacionalizaciones…”
Pág. 88
“…Como no podemos admitir que unos hombres inteligentes crean semejantes necedades, hay que buscar en sus actos la coherencia que tanto se echa de menos en sus palabras… Así el 8 de julio, en la Asamblea nacional, el primer ministro, cuando acababa de anunciar su impuesto excepcional sobre las rentas altas, se volvió hacia unos cuántos discrepantes para decirles, como quien repite algo obvio –que le vamos a hacer, solo se puede dar a los unos lo que se quita a los otros-…”
Pág. 110-111
“Cualquier resistencia de las cosas, sobre todo el fracaso económico, que sigue siendo su punto vulnerable, se transforma a sus ojos en fruto de una maquinación diabólica puesto que todo lo decide el poder político, las dificultades económicas se interpretan como victorias ganadas por unos malévolos adversarios con la ayuda de comentaristas hostiles infiltrados en los medios de información que no explican suficiente la acción del gobierno… Para hablar sin ambages, el Estado hipertrofiado se convierte en megalómano y la megalomanía es la antesala de la paranoia…”
…”para disimular su fracaso económico este poder se ve empujado a politizarlo todo, es decir, a prodigarse en contraataques, no por la acción económica, sino por la intensificación de la acción política recurriendo sobre todo a su servidora titular, la propaganda, que por vocación se lleva mal con la información imparcial…”
Pág. 121, 122
…El demócrata profesa que hay que inclinarse ante la decisión de la mayoría. Pero eso no significa aceptar que la mayoría siempre tenga la razón. Si para merecer el nombre de demócrata hubiese que estar convencido de ello, se acabaría toda oposición, no habría más campañas electorales de partidos minoritarios, cuyo objeto es demostrar a los electores que se equivocaron en los últimos comicios. El socialismo va más lejos, dice que la mayoría tiene la razón y en consecuencia si, según él, se equivoca, solo puede ser debido a que la engañaron unos enemigos desleales de los que conviene protegerla. Cuando el socialismo gobierna, atacarlo equivale a atacar, pues a la misma democracia. Cuando otro partido que no es el socialista está en el poder, atacarlo es por el contrario practicar el “juego democrático” que el adversario “falsea” cuando se niega a perder las elecciones…”