Los ecuatorianos estamos salados. Nos han caído todas las plagas juntas. De algunas esperamos librarnos con el paso de los meses, pero otras han llegado para permanecer por algún tiempo más largo.
La economía de la gente va de la mano con la del gobierno, pasan los días y se va empeorando. El Estado sigue endeudándose con los chinos, tomando los dineros del IESS y emitiendo bonos a diestra y siniestra, hay que ver si los podrán honrar. El pueblo recurre al churco, al tráfico de drogas., mientras la delincuencia aumenta a pasos agigantados.
La estación invernal está pasando de ser normal a tener caracteres alarmantes. Las lluvias están golpeando duramente a los habitantes de todas las provincias, causando pérdidas de vidas y daños materiales aun incuantificables. En lo agrícolas las cosechas de ciertos productos se pierde por el agua y la proliferación de plagas.
El Perú lo ha calificado de Niño Costero al sobrecalentamiento oceánico, mientras que los oceanógrafos y otros expertos y genios ecuatorianos como la La Niña Modoki, terminología que aparentemente no significa nada: “algo que es, pero no los es.”
Las intensas lluvias traen aparejado las enfermedades tropicales provocadas principalmente por los mosquitos y virus; el más frecuente se denomina trancazo, con malestar en el cuerpo, fiebre, etc. Lo peligroso serán siempre las serpientes y su mordida, aunque hace una década las tenemos en una cantidad considerable que con su veneno han infectado al país.
La peor de las plagas es la corrupción en que está inmerso el Ecuador. Nunca antes desde que somos república se ha experimentado tanta corruptela y descomposición social. Las denuncias se conocen casi diariamente, pero al gobierno le interesa tapar las fechorías con la complicidad de las propias autoridades judiciales y de control.
La plaga de mayor peligro es la que se propaga como consecuencia de la mentira y de jugar con las necesidades de un pueblo. Se fomenta la división de clases entre hermanos, mal que se arraiga en el fondo de los corazones y cuya consecuencia es palpable en pueblos como el venezolano.
Todo mal tiene un remedio. Ninguno dura 100 años, ni hay cuerpo que lo resista. Esperemos que la medicina o el fumigante se aplique antes que se convierta en una plaga incontrolable o en un mal incurable.
Sr. Hidalgo Vernaza:
Si usted hiciera su análisis imparcial nos diría que la situación económica actual del país es de franca mejoría (los índice económicos de enero y febrero del presente año lo confirman). La razón principal del desequilibrio macroeconómico durante el año pasado fue obviamente la caida de los precios del petroleo en un 66% durante los últimos dos años. Si a esto se suma el terremoto de abril de 2016, tenemos configurada una desgracia completa. El actual gobierno, en lugar que ponerse a llorar ha tomado medidas responsables para equilibrar el presupuesto y la balanza comercial, sin los recordados PAQUETAZOS y procurando que el pueblo no sea afectado en su economía familiar. Claro, su exageración nos dice que el pueblo ha tenido que recurrir al churco (chulco debe ser), no es así, Banecuador tiene una robusta línea de crédito para los agricultores y otras actividades productivas; la Corporación Financiera, igual. Decir que nuestro pueblo ha recurrido al tráfico de drogas es una aseveración muy condenable.
Las lluvias descontroladas ya sabemos que son y serán producto del sobrecalentamiento del planeta, a las cuales hay que enfrentarlas con previsión y responsabilidad. Respecto a la corrupción, es un mal que ha manchado a los diferentes gobiernos desde el boom petrolero allá por 1962. Sírvase leer «El festín del petroleo».
Usted omite decir que la peor corrupción que tuvimos fue en 1999 con la dolarización, donde banqueros corruptos en complicidad con el peor gobierno que ha tenido el Ecuador, el del tristemente célebre Mahuad, se comieron 7.000 millones de dólares del pueblo pobre del Ecuador. Recuerda los famosos Certificados de Depósito? dieron lugar al florecimiento de nuevos ricos a costa del dolor, lágrimas, emigración y muerte de muchos conciudadanos.
Ni que hablar de los paraisos fiscales como Panamá, Islas Caimán y otros, donde ciertos banqueros ponen su plata a buen recaudo, porque desconfian del Ecuador, de su pueblo e instituciones. Se dice que si se repatriarían esos dineros, el Ecuador tendría para crear mil empresas de alta tecnología para competir con los países del primer mundo!!.
Bravo Sr Ramos Bravisimo