Han pasado más de 200 años de la fundación de los Estados Unidos y su Declaración de Independencia, que garantiza el derecho a la búsqueda de la felicidad pero no a la felicidad misma a todos sus habitantes.
Los gobiernos socialistas del siglo XXI como Ecuador y Venezuela que se consideran con una soberbia estúpida, dueños no solo de la verdad sino del derecho de decidir lo que cada ciudadano debe y puede tener; y que para ser felices deberán seguir, sin razonar ni protestar, todas sus órdenes y consignas. Para supuestamente lograr la felicidad crearon el Ministerio de la Felicidad, centro administrativo de la vagancia más feliz de los burócratas inútiles, donde millones de dólares del dinero público se dilapidan en beneficios de unos pocos miembros de la tribu corrupta, inepta y prepotente del Socialismo del Siglo XXI.
Los patriotas fundadores de los Estados Unidos te garantizan tu derecho a la búsqueda de la felicidad pero para que cada quien la busque, por lo cual garantizan las libertades y derechos para viabilizar ese objetivo y por ello cada vez son más las personas y países que entienden que ser feliz no es tener más dinero.
Así vemos como se mide el desarrollo de los pueblos no solo con el producto interno bruto (PIB), sino que además se mide el FIB, la felicidad interior bruta, y se obtienen indicadores que muestran que no son más felices los más ricos. A continuación algunos ejemplos.
En Suiza, Nueva Zelanda, Francia, Japón y otros se comenten 25 suicidios por cada 100 mil habitantes, mientras que en Albania, Perú, Filipinas, el promedio es de 1 por cada 100 mil habitantes. Cuando Corea del Sur era pobre, eran 9 suicidios por cada 100 mil habitantes, ahora que cambió y se enriqueció son 30 por cada 100 mil habitantes.
La felicidad por lo tanto no debe vincularse a la riqueza y el dinero exclusivamente, tiene más que ver con las libertades, las oportunidades, la salud, las realizaciones, las metas que deberán garantizar nuestro derecho a la búsqueda de la felicidad, en libertad y sin burócratas que vivan felices con los discursos y promesas que nunca se cumplen, y peor con ministerios y burócratas que supuestamente trabajan por ello.
Sin libertades, sin oportunidades, con opresión, miedo y prisión, prepotencia, intolerancia y corrupción solo se consigue destrucción, obstruyendo el camino para que cada ciudadano busque su destino para ser feliz.
“Habría que ver a cuantos de los nuevos ricos de la “ robolución” del socialismo del siglo XXI los dineros mal habidos les hará felices si logramos que los encierren en las prisiones que se merecen».