Repasando las noticias internacionales y dependiendo del continente que se revise, encontramos problemas y conflictos de diversa naturaleza.
En el centro y sur del continente americano, tenemos problemas comunes como los económicos, sociales y políticos, donde prevalece la inestabilidad, atentados a la democracia, corrupción y totalitarismo, siendo estos más acentuados en unos países que en otros.
Al norte tenemos la predominancia de Estados Unidos de América sobre el resto del mundo, de la mano de la muy particular administración Trump. De sus recientes intervenciones internacionales tenemos el bombardeo a posiciones militares en Siria, en respuesta al ataque con armas químicas que ese gobierno perpetró a civiles, entre esos, niños. Esta reacción del coloso del norte dejo atónito, pero bastante aliviado al mundo.
En Asia tenemos a Corea del Norte, estrechamente vigilada por EE. UU., con advertencias de tono marcial, llamándola a comportarse como se debe para evitar consecuencias incalculables. La comunidad asiática está vigilante ante tan delicada situación, que los afectaría significativamente, en caso de que su vecindario se alborote.
Rusia, casi un continente por su tamaño, analiza con prudencia las acciones tomadas, donde la experiencia y personalidad de su líder juegan un papel peculiar en este complicado rompecabezas. En el continente europeo tenemos ataques terroristas, economías diversas; unas muy poderosas y saludables, en contraste con otras en profundas crisis, generando malestar e inconformidad social.
De repente, me doy la vuelta y miro al microcosmos de nuestro país y solo encuentro reclamos de resultados electorales, donde unos denuncian que el próximo presidente carecerá de autoridad, con una economía de pronóstico reservado y una sociedad dividida, con total incertidumbre de lo que se puede venir.
Es tiempo de reflexión, dejémonos de llorar sobre la leche derramada y miremos los verdaderos problemas que aquejan a nuestro mundo, para con otra perspectiva, atender con frontalidad, sensatez y decisión los nuestros.
Sra. Diana Acosta:
En la parte última de su artículo usted se refiere al Ecuador.
No hay un pais dividido, peor que el Presidente electo carecería de autoridad porque solo le superó al candidato perdedor con 230.000 votos. Mire usted lo que sucedió en Perú o en Argentina y no pasa nada !
La legitimidad de un gobernante es resultado del voto mayoritario de los ciudadanos, no importa cuantos. En democracia ganan las mayorías, de no ser así se establecerían los porcentajes requeridos. Claro…..hay que ser demócrata, hay que tener el corazón grande para entender que está de por medio el futuro de la Patria y no el capricho de un candidato. Se requiere por lo tanto generosidad para aceptar los resultados y apoyar al nuevo Presidente, sus decisiones afectarán o beneficiarán a TODOS quienes vivimos en este hermoso país.
Respecto a la economía y al futuro del Ecuador, dejemos de ser mal agueros, seamos proactivos y no deseemos lo peor, como que quisieramos que eso pase…….
La campaña electoral terminó, es hora de desarmarnos, de avanzar en los objetivos nacionales. El futuro del Ecuador lo construiremos todos los ecuatorianos y no solamente el gobernante.
Sr. Ramos
Lamento discrepar con usted, pero si tenemos un país dividido nos guste o no; y la
labor del nuevo «presidente electo» es gobernar con equidad, justicia y responsabilidad social para todos los ecuatorianos.
Margarita;
Con todo comedimiento y respeto a usted por ser dama y una dama gentil;
Suponiendo que el país está dividido, el culpable es el candidato caprichoso, que nos quiso jugar al susto auto eligiéndose Presidente por los resultados de una encuentes pagada por él mismo !! mintió porque no probó sus afirmaciones de fraaude. Pidio el recuento en 1795 juntas electorales, el CNE ordenó se recuenten 3800, Total, el día del recuento el candidato perdedor brilló por su ausencia. Vino a Quito con sus hordas a quemar llantas, con matones que querían incendiar Quito, a impedir el libre tránsito de personas y vehículos, de ciudadanos que querían trabajar, etc. etc.
En Quito somos gente pacífica pero la beligerancia del banquero y su acólito ya nos estaban colmando la paciencia. Pero le cuento algo, los malos perdedores son como loa niños mimados, si no les siguen el juego se llevan la pelota. Eso es todo.
No se preocupe, Lenin Moreno será un Presidente de paz, de concordia, de manos extendidas, nuestro pueblo no es tonto, sabe a quien creer, sabe quien miente y también en quien puede confiar.