¡Los tiempos han cambiado, definitivamente! Antaño se llamaba pan al pan y así como han ido surgiendo variaciones de pan, la honestidad ha ido siendo cada vez más laxa. Asusta ver que ahora algunas personas quieren quitarle la categoría de robo, al hecho de recibir coimas por firmar contratos, y a nadie le interesa el sobreprecio de las obras que se realizan, y pretenden que este tipo de robos, como no son a una persona en particular, sino a todo un pueblo, a todos los habitantes, ya no se llame robo sino, como máximo, sapada o viveza criolla y por tanto, no debe ser sancionado.
Lo mismo ocurre con los delincuentes organizados, que se arman, secuestran, asesinan, cometen actos de terrorismo, imponiendo su fuerza sobre la ciudadanía, para extorsionar, cobrar recompensas o provocar cambios a la fuerza, eliminando a enemigos para provecho propio o del grupo. Muchas veces, aprovechan su estado para destruir a la población, ya sea reclutando niños y jóvenes para delinquir, o dedicándose al narcotráfico, u otras actividades ilícitas.
La problemática que generan estos grupos subversivos, es para mí, difícil de entender. No están conformes con el sistema de manejo de los gobiernos y buscan llamar la atención con actos terroristas, secuestrando o matando, como forma de reclamo de atención a la sociedad. En vez de trabajar, prefieren ganar el dinero en forma rápida, asaltando y si es necesario, matando, sembrando terror para producir miedo y cobrar por protección, cobrando rescate por las víctimas, etc. Aprovechan su clandestinidad para ocuparse en otras actividades ilícitas, ya sea sembrando o contrabandeando drogas y cualquier otro sistema para conseguir dinero.
En una sociedad normal, este tipo de actividades es contraria al buen vivir, crea zozobra y angustia a la población, y para los jovencitos es un ejemplo de que, con relativo poco esfuerzo se puede lograr dinero fácil para vivir, drogarse y llevar una vida irresponsable y fuera de la ley, hasta que, en alguno de estos actos, pueda alcanzarlos una bala y acabar con su existencia. Este mal ejemplo puede dañar a muchos jóvenes, llevándolos por el camino torcido de la delincuencia.
Ahora viene otro hecho que preocupa a todos, porque estos grupos, cuando no están en esas actividades ilícitas, se dedican a producir o a expender drogas e inducir a su uso a otros chicos de su barrio o de su grupo, destruyendo sus vidas y la sociedad.
Estos grupos de terroristas, con el nombre que sea: FARC, ELN, AVC, Tupamaros, Al Qaeda, ISIS, Talibanes, etc., no son todos iguales, aunque pueden producir el mismo daño a la Sociedad. En algunos, puede ser un sentimiento religioso mal entendido, en otros, la opresión de su pueblo, en otros la inconformidad con lo establecido e incluso en algunos el afán de delinquir o de comportamiento anómalo.
En su afán por acabar con esta lacra, hay algunos que piensan que lo ideal es perdonarlos y que se reinserten a la sociedad, olvidando sus delitos anteriores y dándoles facilidades para que lo logren. Ojalá que esto llegara a ser factible, pero para lograrlo, deberían todos aceptarlo y cambiar definitiva y radicalmente, y no sólo eso, cambiar interiormente y convertirse en seres útiles a la sociedad. ¿De qué sirve que un grupo grande (un 50 ó 75%) acepte y cambie, si el otro 50 ó 25% va a seguir asesinando, raptando, y reclutando más miembros, o se cambian de sitio, para continuar sus andanzas, o se dedican a otras actividades ilícitas? ¿Se justifica el premio del indulto a algunos de estos, mientras los otros continúan en su programa de terror, zozobra, droga y muerte?