21 noviembre, 2024

Don Renato Carló

Murió y ese día murió la rueda, el cantar de los collares y el búho voló hacía Júpiter sin despedirse.  Murió Renato. Amigo, empresario, padre, hermano, gran guayaquileño; más amigo, más bondad. Renato: gentil, generoso, grato. Se fue y nadie lo cree. No lo creo. Es un mal sueño, un rumor perverso, una mala palabra, un mal deseo. Pronto despertará y volverá a llenarnos con su luz.

Ven Renato, sentémonos a tomar un café y charlemos de las uvas que sembraste en Diciembre y hasta ahora esperas que maduren. Te cuento que todo está bien. Ya maduraron y han adquirido un color naranja. Naranja es el color de la esperanza. No temas por las uvas no esperes más por el tiempo, ya todo floreció para ti. Eres la gratitud que despertaste. El cariño que encendiste. La magia de saber reproducir las uvas, los pescados, los panes y el color naranja.

(Su cuerpo entró a la bóveda terrenal y frente a ti en la última despedida, todos. Todos tus cariños. Nadie se  movió. Impasibles, inmutables, imposible de creer. No alcanzaron las rosas ni los geranios para despedirnos. Solos. Sin ti. Sin tu bondad, sin tu ejemplo de emprendimiento. Tu ejemplo de esposo, padre, hermano…Nos enseñaste con ejemplos. Tan corto es el verano, tan corta la primavera…llego el invierno y llueve y llueve…no deja de llover, seguirá lloviendo…).

Nunca decimos adiós…el adiós es cuando morimos. Pero todo lo que rodea donde vivías, trabajabas, soñabas, planeabas, comías, pensabas…amabas, todo está intacto, lleno de ti. De tu implacable fuerza para hacer el bien y hacerlo bien.  Te has convertido en claridad. Desde tu claridad en vida a la claridad en la que ahora estás. Me he quedado aquí deshaciendo margaritas. Verte de nuevo: cuándo. Escucharte de nuevo: cuándo. Sumas los cuándos, restan los minutos, se multiplican las horas en la soledad. Hemos quedado desprovistos de ti. Te fuiste, te vas…hasta cuándo? También, también se caen los árboles, se desmoronan las montañas, al cielo lo conquista la noche. Estoy aquí. Escucho la suave brisa que trae una puerta que se abre, es brisa perfumada, de vela ardiendo y ardiendo…Adiós amigo. Adiós Renato. Aquí el amor que sembraste, allá el amor que cosechas

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1 comentario

  1. Parece increible la partida de un ser visionario como el. Quizas ya cumplio la mision para la cual vino a esta tierra. Se fue un hombre ejemplar a quien conoci por su cargo en la CAPIG. Paz en su tu tumba y consuelo a su hermosa familia.

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