24 noviembre, 2024

Coima es Coima

Estamos a dos semanas del cambio de mando y como es costumbre, comenzaron a circular rumores de quiénes ocuparán “tal o cual” ministerio o dependencia del Gobierno. Es que escucho los nombres y no puedo creerlo. Son rumores, me digo a mí misma, ¡son rumores! Algunos son personajes reciclados, otros entiendo que están en consideración por algún tipo de afecto, cercanía o compromiso, pero en general no veo estadistas, especialistas, académicos, salvo alguna honrosa excepción. Esperemos que solo sean rumores lo nombres que preliminarmente se han filtrado en esas “listitas de posibles funcionarios del Estado”.

Señor presidente electo, como ya lo he mencionado, usted tiene en sus manos la posibilidad y responsabilidad histórica de cambiar para bien nuestro país. Haga usted esa cirugía profunda a la corrupción que ofreció, con un gobierno conformado por los más capaces: profesionales, académicos, gente de bien; no se llene de amigotes, parientes y compadres sin el conocimiento y la experiencia que demandan las altas responsabilidades en las diversas carteras del Estado.

Le escuché decir que usted respetará la independencia de poderes ¡Bravo señor presidente! Eso es elemental y esencial en una democracia. El problema es que usted se lo decía, con honrosísimas excepciones, a personas que han estado acostumbradas a ser reos de otro tipo de política y manejo, donde lo que se disponía desde el Ejecutivo se hacía; por ello, usted debe pegar un buen golpe de timón, para reprogramar la manera de actuar y pensar que han tenido “ciertos funcionarios”.

Recuerdo sus palabras en campaña, que para mis oídos fueron melodía: “Sanción sí, cárcel sí, a todos los corruptos, a los de ayer y a los de ahora”. Confío en que usted honrará su palabra y que cuando salgan a la luz los nombres de los funcionarios deshonestos delatados por Odebrecht o por cualquier otro caso de corrupción, usted será el primero en pedir prisión para los responsables, sea quien sea, pues la coima es coima y jamás podrá ser dorada, apanada y camuflada con cualquier remoquete o explicación de medio pelo.

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Silencio cómplice

Cada vez son menos los que se atreven a denunciar los hechos de corrupción, enriquecimiento ilícito, robo, sicariato o simple agresión. El silencio que genera el miedo es cada vez más usual. Existe el temor a la represalia. Desde las altas esferas del gobierno emana un tufo de antipatía que fomenta las diferencias sociales convirtiéndose en el caldo de cultivo para que se generen dichos actos.

Nadie denuncia la descomposición en funcionarios públicos de alto nivel. Desde la oposición se comenta la compra de grandes propiedades, costosos vehículos, yates, etc; pero nada más, solo comentarios. Los jueces dictan sentencias de acuerdo al monto solicitado. Los sicarios actúan a vista y paciencia de todo el mundo y los narcos hacen de las suyas ante la miseria existente.

3 comentarios

  1. Estimada Diana, lo que usted dice es como pedir peras al olmo. Soy muy escéptico pues de lo que se ve y oye como dice el Ec.Herrera en El Comerc
    io, la partitura ya está escrita lo único que cambia es el director

  2. Ni peras ni olmos, más encaja: «La misma mierda y las mismas moscas»,. La prioridad de Moreno será cuidarse de que Jorge Glas (hijo), no lo tumbe…

  3. Dr. Gómez:

    Mire usted como aquí se comenta, el lenguaje florido que se utiliza, acaso esto es moderación?

    Libertad de opinión es una cosa, libertinaje y pobreza de espíritu es otra.

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