Evocando los arrebolados cielos por las auroras que significaron en mi vida los alumbramientos de cada uno de ustedes, hijos míos, quiero decirles, igual que aquellos días, que con vuestro padre los tuve por primera vez entre mis brazos, siento el placer infinito de tenerlos todavía.
Seres germinados en mis entrañas con la savia de amor del hombre de mi vida quiero, por el maravilloso milagro de ser madre que me dieron, decirles: ¡Gracias!
Porque el amor de vuestras tiernas vidas me convirtió en caja de ternura, para poder arrullar vuestro días y las noches con cánticos de cuna-unos aprendidos u otros inventados-acompañados de las caricias de sus manitas suaves.
Por darme la dicha inigualable de vuestros balbuceos y primeros pasos.
Por calmarme la angustia y la agonía cuando sanaban de un dolor o un quebranto.
Por haberme dejado ser niña cada vez que jugaba con ustedes y solíamos correr entre las flores, queriendo alcanzar mariposas y luciérnagas.
Porque me hicieron sabia, aprendiendo en ustedes las cosas necesarias para ser una buena madre.
Por hacerme creadora de sueños y fantasías, para contarles los mil cuentos, a mi modo.
Porque pude ser maestra vuestra, al enseñarles las primeras letras y darme la alegría de oírles leer en las páginas del libro, verles escribir en sus cuadernos y sumar los numeritos con los dedos.
Por darme el placer de llevarlos cogidos de la mano por calles, caminos, bosques, ríos y montañas.
Porque aún crecidos, nos echamos juntos a mirar el cielo y las estrellas para contarnos nuestras horas cotidianas.
Por las reuniones de domingos y diciembres, más las fiestas de familia, que son un mundo de amor inigualable.
Porque se dejaron guiar, reprender y enderezar cuando se doblaban.
Por compartir éxitos y fracasos juntos.
Por ayudarme a ser como soy, por no cortarle el camino a mis ansias de luchar y de vivir.
Por hacerme importante en vuestras vidas, aún en los años que yo tengo.
Por venir en busca de “la palabra sabia” forjada en la experiencia de la vida.
Por ser fieles esposos y esposas, amantes padres y madres de sus hijos.
Por darme el maravilloso don de ser abuela, por dejarme ser maestra y amiga de mis nietos.
Por amar a vuestro padre, el hombre de mi vida, por quien tuvieron esta madre.
Genial su carta de agradecer
Es la primera vez que leo que una Madre describe que fue Madre por tener a un hombre como amor de su vida y por el amor con el , pudo ser Madre.
Siempre el Padre es relegado a 2 do plano por hijos y Madres.
Que hermoso es agradecer…..al amor de nuestra vida….a los hijos que nacieron de el.
Doña Lily P. de Arenas, es un placer leerla.