El papel desempeñado por el señor Rodríguez Zapatero, en lo que respecta a Venezuela, se puede decir que es polifacético. Primero vino como observador de las elecciones legislativas, de diciembre 2015, para luego formar parte de la Comisión de la Verdad, creada por Nicolás Maduro, como representante del gobierno, junto con otros los expresidentes centroamericanos Torrijos y Fernández. No sin antes servir de embajador de buena voluntad, al repetir viaje a Venezuela para entrevistarse con Maduro y con representantes de la Asamblea Nacional, tratando de iniciar un dialogo en el cual solo tiene interés particular el gobierno nacional. Representando, igualmente al oficialismo, reapareció días más tarde, de manera repentina, en la cárcel de Ramo Verde para conversar con Leopoldo López.
En lo que va del año 2017, Zapatero ha venido a Venezuela en varias ocasiones, la mayoría de ellas en secreto. Destaca entre estas, la última; la que lo trajo a visitar, nuevamente, a Leopoldo López. Se dice que fue, en dicho encuentro, cuando se le ofreció al líder de Voluntad Popular la posibilidad de cambiar su actual prisión, por la de la comodidad de su casa, con un cumplimiento de condena similar al del Alcalde Metropolitano Antonio Ledezma y al de otros presos políticos; propuesta que, como se conoce, fue rechazada de plano.
Ciertamente, un comodín como Rodríguez Zapatero le viene muy bien al gobierno venezolano, que hasta ahora ha encontrado en el expresidente español, un amigo y un “acompañante”, término este último con el cual la Canciller de Venezuela lo exaltó en alguna ocasión, poniéndolo como ejemplo frente a otros personajes internacionales, quizás pensando más en Felipe González que en ningún otro, que tienen una postura irrespetuosa e injerencista.
En términos generales, la gestión de Zapatero en Venezuela, ha sido considerada como nefasta, al adoptar actitudes frivolas o simplemente irreverentes, frente a temas cruciales como la violación de los derechos humanos por parte del gobierno de Maduro o su negativa a fijar fecha, a través del CNE, para la realización del Referéndum Revocatorio establecido en la Constitución con el propósito de imposibilitarlo, tal como finalmente ocurrió. Sobre este último asunto que era vital para la oposición, pues todas las encuestas señalaban que el mandato de Maduro seria revocado; el expresidente español llegó a decir que daba igual que no hubiera revocatorio, pues lo importante era reconstruir la confianza y reconciliar el país. Declaraciones que cayeron muy mal en su momento, pues indicaban la ignorancia del señor Zapatero sobre la verdadera situación de Venezuela y sus causas o, lo que es peor aún, su subordinación a los objetivos del régimen.
Objetivamente considerada, la situación de Rodríguez Zapatero como interlocutor entre el gobierno y quienes lo adversan, hoy en día la gran mayoría de los venezolanos, no es tarea fácil. Principalmente, porque mantener una posición imparcial frente a un gobierno como el de Nicolás Maduro es casi imposible; y al revés, que un gobierno así, respete dicha neutralidad resulta inverosímil. En cualquier caso, la parcialidad de Zapatero hacia el gobierno venezolano, ha quedado más que evidenciada, con sus posturas anodinas y esporádicas declaraciones. Lo triste de todo esto, es que hay quienes piensan, que siempre es mejor tener a alguien como Zapatero del lado del gobierno, que no tener a nadie.
Con la posición de Rodríguez Zapatero contrasta, la igualmente difícil, asumida por Felipe González, el otro expresidente del PSOE, así como dirigente del socialismo europeo, quien desde el principio si entendió lo que estaba pasando en Venezuela y sin ningún tipo de duda o prejuicio socialista, tildó al gobierno venezolano actual, de “tiranía arbitraria que se burla de su propia legalidad”; pidiendo, a su vez, la liberación de todos los presos políticos. Como se pueden tener dos posiciones tan equidistantes, dentro de una misma tolda política, ante una problemática política, social y humana como la venezolana, es algo que le cuesta entender a los venezolanos.
A Felipe González, no le importa si sus críticas coinciden, en este asunto, con las Aznar y la derecha del PP, o con las de la oposición venezolana, pues para él está muy claro que las injusticias no tienen ideología, y deben ser condenadas dondequiera que se produzcan y sin importar quien las cause.
Sin duda una posición mucho más honorable y respetable, por ser más humana, mas justiciera y hasta más socialista, que la del señor Rodríguez Zapatero, quien se comporta, como ya lo dijimos en una ocasión, más como un mensajero de Nicolás Maduro, que como un mediador independiente.
O UN PERFECTO IGNORANTE….