22 noviembre, 2024

Juego de tronos

Recreándome con Juegos de Tronos. ¿Ha visto usted esta serie de televisión? Es el retrato del poder y los poderosos que lo buscan y lo atesoran. En la pasada temporada 6, capítulo 9. La Reina madre, Cercei, cumple su enfrentamiento final con el líder religioso “El gorrión”,  que la ha despojado del poder, la ha apresado y humillado cruentamente. Es fantástico cómo está mujer llena de venganza planea la desaparición del gorrión y de todos sus seguidores. Los reúne a todos y los hace explotar  sin pena ni gloria. Siempre la muerte es el final de los conflictos.  Con él mueren todos sus fanáticos seguidores. La trama de Juego de tronos es magistral. La venganza de este personaje,  la Reina Cercei  extraordinaria. Es como ver a los norteaméricanos echando las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki y echarse a reír viendo volar los cuerpos y destruido todo lo existente. El poderoso es poderoso.

Juego de tronos es la historia del poder en la historia de la humanidad. Es la historia de la venganza durante todos los tiempos antiguos y venideros. La venganza es la gran energía del poder. La venganza es la caída del ángel y su transformación en Belcebú, lo que  sigue después de Dios. Belcebú  no es lo contrario de Dios pues Dios también manifiesta emociones. Dios y Belcebú son y representan la autoridad enfrentándose a sí mismo. Las dos caras de una misma moneda. La moneda es el hombre, la más grande creación sobre la tierra. Hombre significa «corona de la creación». Creación dotada de autoridad, de dominio, para someter a otros, esclavizar, pensar sin piedad y actuar de acuerdo a sus intereses, aspiraciones, instintos y conveniencias y luego asistir ante su Dios para pedir perdón.

¿El hombre crea a Dios o Dios crea al hombre? Nuestro deseo de venganza es nuestro mismo miedo a morir. En la serie todos buscan ser el rey de los siete reinos y para eso el camino es la guerra. Contra el enemigo, contra mí mismo, contra Dios, contra el demonios y nuestros límites. Me encanta de la serie y de la historia misma, que todos mueren, tal como en la vida misma, que todos vamos a morir. ¿Morir? No lo entendemos, nunca lo vamos a entender.

¿Quiénes somos? ¿Quién soy yo? Es un juego de tronos la existencia. De la fatalidad al rompimiento, luego  la serenidad y en un tiempo ver rodar nuestras cabezas por la imposibilidad de saber , comprender, entenderlo todo, desenredar el todo y aceptar que un sorbo de agua contaminada o un vaso de vino envenenado acaba con nuestro dominio. Aceptar nuestra fragilidad.

Caigo para ascender. Caigo para descender. Se acerca el invierno: la guerra es inevitable. Nacer de nuevo cada día, continuar con y ante lo más sagrado que hay en mí. Morir y ver morir, verme morir, verme vivir.

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Wagner se encontraba a sí mismo tan completo como artista, que se vio capaz de diseñar incluso su propio teatro. Ya no sólo piensa en todos y cada uno de los aspectos de sus óperas, sino que, además, crea el teatro donde estas óperas tienen que representarse. Porque resulta que, como Luis II de Baviera aceptaba prácticamente todo lo que él quería, Wagner se atrevió a hacer construir un teatro donde, con aquella “modestia” que le caracterizaba, solamente pudieran representarse obras suyas.

Pero hay que matizar algunas cosas: Wagner estaba convencido de que lo que él estaba haciendo tenía una importancia trascendental, porque representaba poner los cimientos, crear las bases y las estructuras de lo que, en el futuro, sería la nueva música popular alemana. Él creía firmemente que estaba dando a Alemania lo que Alemania nunca había tenido. Por eso concibió la idea de que el pueblo alemán dispusiera de un teatro donde se programaran solamente este tipo de obras. Un teatro popular alemán que, respondiendo a esta idea de servicio al pueblo, tendría que ser gratuito para que pudieran acceder a él ricos y pobres. Un teatro al servicio de todo el mundo, que no hiciera distinciones de ningún tipo. Un teatro que fuera igualitario y democrático.

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