Una de las justificaciones que el gobierno de Nicolás Maduro ha dado para hacer valer la Constituyente que viene en camino, ha sido la supuesta paz que la misma traerá a la sociedad venezolana, tan convulsionada y en pie de guerra por culpa de la oposición.
Las razones por las cuales una Asamblea Constituyente con este cariz, que fue inconstitucionalmente convocada, arbitrariamente regulada y tramitada en contra de la voluntad mayoritaria de los venezolanos, así como de la opinión publica en general, pueda traer paz, en lugar de conflictividad y desamor, son difíciles de encontrar, por no decir que son inexistentes. Además, si alguna vez llegaron a tener sentido, quedaron en todo caso desmentidas por las constantes y reiteradas declaraciones del propio Nicolás Maduro, así como de otros representantes del régimen que, como el señor Diosdado Cabello, repiten día, tras día, que la nueva Asamblea Nacional Constituyente, podrá, una vez instalada, tomar las decisiones que quiera y nadie las podrá objetar, ni siquiera los poderes constituidos. Pudiendo, por lo tanto, según dicha línea de “razonamiento”, disolver a la actual Asamblea Nacional, deponer a la Fiscal, a los gobernadores y alcaldes, allanar su investidura si quisiese, con el fin de enjuiciarlos, a la vez que ratificar a algunos poderes o autoridades, como, por ejemplo, al Presidente de la Republica o al Defensor del Pueblo; es decir, como más le convenga al régimen. Incluso se ha llegado a afirmar por parte de dirigentes del PSUV, que los conspiradores y los terroristas, y ya sabemos a quienes se refieren, no podrán postularse más nunca a un cargo de elección popular, cuando así lo decrete la ANC.
Pero, si de por sí, esas omnímodas potestades y facultades que se le atribuyen a la ANC en ciernes, encierran toda una declaración de intenciones; qué decir del tono casi bíblico, utilizado la mayoría de las veces, para subrayar las consecuencias que tendrá la aplicación de esos super poderes constituyentes, contra varios dirigentes de la oposición y desertores del régimen. La Constituyente será pues un azote, una especie de ángel vengador, contra muchos que ya están marcados y, en general, contra todo aquel que se oponga a sus designios.
Ahora bien, una ANC concebida de esa manera, no se corresponde con ninguna ANC de la historia democrática; asimilándose más bien a la Convención Nacional de 1792, durante la Revolución Francesa, brazo ejecutor de un régimen dictatorial, dictadura anárquica si se quiere, con la cual se dio inicio al siempre recordado “gobierno del terror”, que no fue más que una manifestación de lo que se conoce, hoy en día, como “terrorismo de Estado”. De manera similar y solo copiando la forma, pareciera que el gobierno de Maduro quisiera parecerse al de los jacobinos de aquella época, quienes llegaron a la conclusión de que para defender la revolución se hacía necesario eliminar a todos los opositores en Francia.
De modo tal, que para muchos chavistas, pesuvistas , maduristas y aguantadores del régimen, la convocatoria de una ANC, sin importar esos pequeños detalles referentes a su ilegitimidad y anticonstitucionalidad, ha sido un golpe maestro del gobierno de Maduro, con el cual se logran varios objetivos, a través de una figura que, mal que bien, se encuentra establecida en la Constitución, que conlleva una votación popular, y si la oposición no quiere participar que después no se queje, que supone una reconfiguración del Estado, con un nuevo gobierno y que, en definitiva, es una una respuesta a las protestas y manifestaciones populares, que deberían acallarse, al cesar buena parte de los motivos políticos que las generaron. Además. de que crea un nuevo orden, con el estado comunal y una ANC mandando por un tiempo, sin cortapisa alguna, que permita al régimen aniquilar a sus opositores más importantes, tomar oxígeno, y recuperarse políticamente, mientras se cuadran unas elecciones en las cuales la nueva geometría del poder, recogida en la Constitución que se redacte al efecto, devuelva al régimen tanto los espacios, como la ventaja perdida.
Así que la nueva ANC hará lo que le venga en gana, tal como lo hizo la de Chávez en 1999 durante casi un año. Porque sigue siendo la mejor manera de disfrazar mediante un ropaje de legalidad, sin llamarlo por su nombre, un gobierno que pueda hacer lo mismo de una dictadura, pero sin la responsabilidad directa y aparente de las actuales autoridades, pues debemos recordar que, en una Constituyente, es el pueblo quien supuestamente manda.
De acuerdo. Así será. Me parece un error de la Oposición, no participar en las elecciones. Una golondría no hace verano, pero lo anuncia.