Son la sonora sinfonía de una música sin tiempo que sosiega todo el percibir de lo existido.
Su presencia es la tangible prueba del propósito divino para dar sentido a lo vivido.
Por ellas; la razón se cunde de razones.
Son confiables y sacrificadas.
Hacen todo con abnegación; se involucran con desprendimiento en cualquier tarea.
Son regidas por la inteligencia de su corazón.
Sus sentimientos son fundidos a una capacidad de entrega superior.
Constituyen la perfección devenida del supremo orden.
Son lo trascendental del universo; la divinidad de todo lo creado.
Cada detalle de su cuerpo es un poema.
Huelen bien; saben bien.
Son los seres más hermosos de todo lo existente.
Quizás piensen que exagero.
A lo mejor dirán que blasfemo cuando engalano a la mujer con un halo de deidad.
No es así…
El mismo hacedor que pudo crear todo; cuando tomó la decisión de concebir a quién sería su madre, no dudó ni un solo instante en la creación de una mujer…