Fue el Dr. Gabriel García Moreno, el mandatario ecuatoriano a quien le correspondió el mérito de iniciar, esta monumental obra ferrocarrilera del siglo XIX.
Iniciada alrededor de los años de 1860 y concluida parcialmente, en el año de 1890, aproximadamente.
El Dr. Garcia Moreno, o mejor dicho, la empresa Constructora, contrató trabajadores de raza negra, para realizar la obra, que comprendía, hacer el desmonte, la trocha, instalar los durmientes, luego las rieles; las estaciones y los sistemas de direccionamiento, pero se equivocó en el escogitamiento humano; la humedad, el sol canicular, los mosquitos y las serpientes, diezmaron la mano de obra contratada, que no resistio las inclemencias del clima y las plagas, del trazado. Terminó contratando indígenas, que si soportaron todas las dificultades del trabajo -con ciertas bajas humanos por supuesto- (la fiebre amarilla y el paludismo), también les afectó, pero resistieron.
Eran Cañarejos, tradicionalmente adaptables a climas poco amigables con los seres humanos. Desde ese entonces se asentaron en la parte baja de su provincia y son los trabajadores que, usualmente contratan los Ingenios de Azúcar del sector de Milagro, Valdez, San Carlos y la Troncal, hasta el dia de hoy, para la Zafra.
San Jacinto de Yaguachi, era el santo de la devoción de los trabajadores del ferrocarril, y en la actualidad de buena parte de la población de ese sector de la provincia del Guayas y de Guayaquil.
Una devoción realmente masiva, por la credulidad religiosa de sus advocados y de la supuesta o real, concesión de favores y milagros.
Con mis hijos pequeños hicimos un viaje en tranvía a Yaguachi. Cruzamos el Guayas en las lanchitas silvestres de aquella época -no era el dia de la celebración del Santo- sino un domingo cualquiera.
El autoferro , se caía en pedazos, en varios tramos, se dañaba. Los lugareños que se subían en ciertos poblados, algunos pasaditos de trago, completaron el folclórico paseo.
Conocimos la iglesia del famoso “San Jacinto” y nos contentamos con galletas y una cola, como lunch. De regreso -a eso de las 5pm- nos toco nuevamente cruzar el Guayas. Había mucho viento y esa pequeña embarcación, se bamboleaba de un lado para otro, y de arriba para abajo, al son de las encrespadas olas del río. Que susto.
“Gran aventura de paseo” para mi y para mis pequeños hijos (solo llevé a los 2 varones, los mayores, de 4 y 6 años). De regreso, en una de esas pequeñas poblaciones, se subió un “borachito”, que blandía un gran machete, de un lado para otro, peleando con algún “molino de viento” inexistente.
Tuvieron que bajarlo en la estación más próxima.
Esos eran los lugares turísticos de la década del 70. Otro lugar interesante de paseo de esa época, era la visita a los ingenios de azúcar. Cuando el mayor de mis hijos, se graduó de Bachiller del Colegio Javier de Guayaquil, como Presidente del Comité de los Padres de Familia, del 6to curso, les programé un paseo al Ingenio San Carlos.
Recorrimos -en bus- todos los canteros (de caña de azúcar), y visitamos la Fábrica de Azúcar; desde la etapa de la molienda, el proceso de trituración al interior de la fábrica y la separación de sus componentes: la miel, la melaza, las tortas de raspaduras, la fabricación del azúcar, (la morena y la blanca), esta última, lo logran, con químicos para darle ese atractivo a los comensales y tomadores del café -como yo-, que ahora nos dicen los especialista: “suprima” el azúcar blanca, para evitar la diabetes.
Asi nos van prohibiendo poco a poco todo alimento que nos gusta comer. Nos van convirtiendo, de “animales” carnívoros, en “animales” herbívoros, que tragedia, pero así es la vida , no digamos la vejez, que no siempre es un “estado mental”, como diría el Dr. Manrique (+) (padre), sino, los hospitales y clínicas no estuvieran mayormente visitados por personas de la “tercera edad”. No me creen, visiten los Hospitales del IESS.
Muy ilustrativa la nota. Ma agradaría leer la parte I, que me la perdí. Gracias
Gracias Julio Z. por su comentario. Están todos publicados en mi perfil. Saludos.