Llegaron todos. También todos estaban invitados. Festejaban a su gran Majestad La invitada de lujo era Rafaela Carra, la italiana famosa por su canción «fiesta». La entrada era con invitación, así evitaban a los indeseables y a quienes no son como ellos. El festejo sólo era para los importantes. Ellas, vestidas con trajes top bellos y ajustados. Ellos, luciendo trajes verdes, ceñidos y fornidos. La gran fiesta ya está por empezar. Es el momento de la entrada de su majestad El poderoso . Y entra: suntuoso, elegante, saludando con la mano, besos por aquí besitos por acá, allá y más al fondo. Lo acompañan los mismos que hoy medio medio lo defienden y apenas dicen:»esta boca es mía». Todos ellos aplaudiendo pero hoy escondiéndose por el bochorno que les causa por lo que se sabe ahora: La corrupción y los negociados.
En ese momento todos eran puros, revolucionarios y de corazón ardiente y entregados a la patria. Claro en ese momento; ahora es otra cosa.
Su gran majestad rodeado de todos sus importantes. El poder era eterno, no se acabaría nunca. Nunca es nunca, así lo decían y lo gritaban; desde luego,(de nuevo) ahora es otra cosa. Las cosas cambian, las cambió un contra revolucionario, un maldito traidor que no respetaría la tradición de honor de las buenas personas del poder.El tiempo era un tiempo bueno, ahora se ha rebelado. Maldito tiempo que tiene preocupado al líder. Decían: «el tiempo es un aliado, esto es un proceso» (ahora ya es otra cosa). Se ha entregado capaya y la cosa se ha vuelto difícil. «El demonio trajo a capaya y nos cambió el tiempo», dicen en sus oraciones. El tiempo cambió , pero porqué si ellos son los buenos. Son incondicionales al pueblo y les pasa estos avatares de que los vean desnudos. Ellos, puros y vírgenes. Sin pecado concebidos. También sin pecados las revolucionarias,(bonitos pecados de las combatientes) puras, auténticas. (puras mentiras puros cuentos).
La gran fiesta de todos disfrutando de todo, reunidos exhibiendo sus ganancias y sus poderíos. Todos se tratan como revolucionarios; comen la palabra revolución y descansan en los beneficios de la revolución.
Es la gran fiesta. Se enciende el baile y todos llenan la pista. Tanto buen hombre y buena mujer en la pista, exhibiendo sus revolucionarios atuendos y lujoso conford. Están conforme todos. Contentos, la revolución es un buen negocio. La revolución durará mil años, aunque ellos no puedan vivir tanto.
Qué gran fiesta la de la gran fiesta. El poder es una gran fiesta. Rafaela invita a bailar a Rafael y todos hacen de las manos, gritan desaforados, la alegría es extrema. Entre los aplausos llega la torta Odebrecht y todos reciben su pedazo. Debe alcanzar para todos. Esa es la justicia revolucionaria: Odebrecht para todos. Qué bella es la vida. Qué bella es la revolución. Qué bello es capaya. Qué bueno que es Jorge. Qué bueno que es Sisifo y belzebu que han financiado el festejo. Bailan el uno con el otro, y el otro baila en todas las mesas. La dama tapada ha sacado a bailar a las Parcas y todas juntas bailan con RC, con JG, con JC, mientras que el perro cancerbero despedaza con sus colmillos todo lo que sobre.
Se divierten y son felices. Pero pasa algo: se han desbordados las tazas de los servicios higiénicos y la mierda empieza a inundar el salón. Es inaudito! corre el uno, corre el segundo, corre el tercero, corren todos. Alguien grita a todo pulmón: » corramos al ático» y desde ese momento, hasta ahora, todos escondidos en el ático.
Trágicamente cómico… no recuerdo quién fue el que le pedía encarecidamente a Dios que le de la abilidad de ridiculizar a sus enemigos….tal parece que sus plegarias fueron escuchadas.